Cincuenta y cinco kilómetros de longitud, 400.000 toneladas de acero, 60 veces más que las utilizadas en la Torre Eiffel, y casi siete kilómetros de túneles bajo el agua. Son las cifras del puente sobre el mar más largo del mundo, solo al alcance de grandes potencias como China. El presidente del país asiático Xi Jinping ha inaugurado la descomunal estructura que une la región semiautónoma de Hong Kong y la China continental y que forma parte del proyecto de una gran bahía que incluye otras nueve ciudades (del sur del territorio).

“En primer lugar, el puente es la primera vía que conecta las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, de modo que reúne las políticas y los reglamentos y las ventajas de ambas regiones en su totalidad. Segundo, el puente reducirá el tiempo que se tarda en llegar desde los aeropuertos de Zhuhai y Hong Kong de cuatro horas a 45 minutos”, explica Carrie Lam, jefa ejecutiva de Hong Kong.

Todos aquellos ciudadanos que quieran cruzar el puente deben obtener un permiso especial y es obligatorio el pago de un peaje. Algunos de los que han estado presentes se alegran de la rebaja de tiempo y también de dinero, un tercio de lo que costaba el trayecto en barco. Y también de que el puente muestre que “la economía de China es cada vez más fuerte, su infraestructura es cada vez mejor, y todos estamos muy orgullosos”.