Tillmann Prüfer, columnista de Handelsblatt, diario económico con sede Düsseldort, comenta la iniciativa de la provincia argentina de La Rioja que, a falta de apoyo desde el Gobierno central, decide emitir sus propios bonos:

Argentina se está quedando sin dinero. El presidente Javier Milei ha repetido: ‘No hay plata’. El dinero se ha acabado. Las arcas del Estado de la Argentina están vacías y la deuda pública  del país ha trepado a los 350.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, la inflación es muy alta, el billete de mayor valor, el de 2.000 pesos, vale sólo 1,50 euros, por lo que hay mucho efectivo en circulación.

La provincia argentina de La Rioja emite ahora el llamado bocade. El nombre significa ‘Bono Cancelación de Deuda’, que no es otra cosa que un pagaré. Es utilizado para pagar facturas y salarios. El bocade también puede utilizarse para pagar impuestos o hacer compras dentro de la provincia. El trasfondo de todo esto es que los riojanos esperan en vano los pagos del Gobierno central y por ello han decidido crear su propio sistema de pago.

Creo que es una idea interesante la de crear tu propio pequeño mundo cuando ya no encuentras soluciones en el mundo más grande. La clave de esta inicitativa es que el valor del dinero reside en que ambas partes crean en su valor, ya sea entre niños con billetes ficticios o en el supermercado”.

“La frontera” que hace hervir los ánimos en Estados Unidos

Para el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ),la frontera sur, es el tema electoral más caliente en EE. UU. No es Israel ni mucho menos Ucrania. Es “la frontera”: 

“Los estadounidenses sólo dicen: la frontera. Todo el mundo sabe que se refieren a los 3.139 kilómetros del suroeste. La frontera es un lugar de destino para millones y millones de personas. Más personas que nunca intentan alcanzarla y cruzarla; la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos ha contabilizado recientemente cientos de miles al mes, lo que supone redoblar las cifras anteriores al mandato de Donald Trump y a la pandemia.

Sin embargo, la proporción de mexicanos entre los migrantes se ha reducido drásticamente. Cada vez más venezolanos quieren venir a la tierra prometida. Pero ahora también rusos, indios y chinos cruzan Centroamérica para intentar cruzar la frontera.

Desde el punto de vista político, la situación para el presidente Joe Biden se asemeja cada vez más a la relación entre Alemania y Turquía: el país vecino, con el que Estados Unidos está estrechamente vinculado a través de un acuerdo de libre comercio, es más bien ahora un país de tránsito para los migrantes.

El Gobierno de México  puede regular la afluencia y, por tanto, está presionando a Washington, un poco como Turquía presiona a la UE. Una diferencia importante: la economía al norte de la frontera se hundiría si millones y millones de “ilegales” dejaran de hacer -por muy poco dinero- los trabajos que nadie más quiere hacer.

La frontera es un eterno desafío para los políticos, pero también un escenario. En su angustia, los demócratas de Biden en el Congreso están ahora dispuestos, por primera vez, a restringir drásticamente el derecho de asilo, sin tolerar al menos formalmente la estancia de algunos de los presumiblemente once millones de “ilegales” en el país.

A Donald Trump, sin embargo, no le sirve una solución. Necesita el problema, por eso alimenta el miedo. Vuelve a prometer deportaciones masivas porque los migrantes están “envenenando la sangre de nuestra nación”. Y, por supuesto, vuelve a prometer su muro: nueve metros de alto, miles de kilómetros de largo y hecho enteramente de hormigón armado”.

Un magnicidio y muchas teorías disparatadas

El misterioso asesinato del presidente Jovenel Moïse está rodeado de las más disparatadas teorías conspirativas. La sorprendente acusación contra la viuda es reseñada por el diario suizo Neue Zürcher Zeitung:

“Hacia la 1:45 de la madrugada del 7 de julio de 2021, Jovenel Moïse fue asesinado a tiros en el dormitorio de su villa, en lo alto de la capital, Puerto Príncipe. Su esposa, Martine Moïse, herida en un brazo y una mano, sobrevivió. Los asesinos probablemente pensaron que estaba muerta, según su explicación de por qué no la ejecutaron.

Seguramente hubo cómplices en el aparato de seguridad. Además de los 18 mercenarios colombianos, también fueron detenidos 20 policías haitianos. Pero aún no se sabe quién o quiénes impartieron la orden de matarlo. 

El juez de instrucción Walther Wesser Voltaire imputó recientemente a 51 personas. Entre ellas figuran, sorprendentemente, la ex Primera Dama y el ex Primer Ministro Claude Joseph, acusados de complicidad y de formar una organización criminal.

El ex jefe de Policía Léon Charles, a quien Moïse habría suplicado en vano ayuda por teléfono la noche del asesinato, también ha sido imputado. Quedaron fuera once personas que están siendo juzgadas por la justicia estadounidense en Miami. Sin embargo, el juez de instrucción Voltaire no arrojó ninguna luz real sobre el caso. Sigue sin estar claro quién financió la trama.

Según el juez de instrucción, varios grupos planearon el derrocamiento de Moïse. Según el juez, Joseph planeaba nuevas elecciones en las que la otrora Primera Dama se presentaría como candidata a la presidencia. Hasta hoy, no hay ni Parlamento electo ni Gobierno legítimo”.