Tras una larga espera, la empresa finlandesa UPM confirmó este martes que instalará en el centro de Uruguay una inmensa planta de procesamiento de celulosa. Valorada en unos 3.000 millones de dólares, será la mayor inversión recibida por el país latinoamericano en toda su historia. El Gobierno uruguayo esperaba el anuncio con cierta ansiedad: venía haciendo sus proyecciones económicas y alguno de sus grandes proyectos en función de este enorme desembolso que afectará de manera importante a su economía en los próximos años: el Ministerio de Economía calcula que en 2020, cuando ya estarán en marcha las obras de la fábrica, Uruguay crecerá un 2,6%, escapando nuevamente a la crisis de la región y de un 2019 anémico, en el que el país progresará un magro 0,6%.
La planta, que procesará dos millones de toneladas anuales de madera de eucalipto, supondrá una importante renovación de las infraestructuras uruguayas, muchas de ellas vetustas e inadaptadas al nuevo ciclo exportador de materias primas —principalmente a China— que ha impulsando la economía del país sudamericano en los próximos años. La empresa finlandesa pagará una parte de esas infraestructuras, como la modernización del puerto de Montevideo, y el Estado uruguayo financiará otras, como la puesta en marcha de una red ferroviaria capaz de conectar la fábrica con los puertos y de paso transportar otros productos de exportación.
La planta también tendrá una incidencia importante en términos de empleo: su mera construcción levará aparejada la creación de unos 6.000 puestos de trabajo y, siempre según el Gobierno y UPM, una vez en marcha en 2022, la fábrica generará unos 4.000 empleos directos y otros 6.000 indirectos.
Preocupación por el impacto ambiental
Pero la instalación de UPM no solo contiene la promesa de un impulso decisivo al desarrollo del país, también se teme una degradación de la calidad del agua tanto del río Negro cercano a la planta, como del resto de los ríos del país. Así, se dibuja la imagen de una marea verde de cianobacterias, fenómeno contaminante del que la población ya tuvo un anticipo el pasado verano austral, cuando una pegajosa mancha casi fluorescente provocó el cierre de muchas playas durante días.
Las invasiones de cianobacterias están provocadas por las altas temperaturas y la fuerte presencia del fósforo en el agua debido a utilización de productos químicos en la agricultura. Daniel Panario, doctor en Tecnología Ambiental y Gestión del Agua y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, da por seguro que Uruguay va hacia un futuro “verde cianobacteria”.
“UPM suma a una problemática ya existente. El impacto más grande está en la forestación asociada al emprendimiento. La plantación de eucaliptus genera efectos irreversibles en los suelos, eso está estudiado mundialmente. Y eso le resta agua a las cuencas, los ríos pierden capacidad de dilución y de autoregeneración. Si bajamos los caudales a los ríos, complicamos aún más la situación de la contaminación con fósforo”, señala Daniel Panario.
Las advertencias sobre el costo ambiental de la planta de celulosa han tenido poco eco. Uruguay ya tiene otras dos fábricas de este tipo en su territorio actualmente y si bien en estos años se ha deteriorado la calidad del agua en los ríos cercanos, todos coinciden en que la causa principal está en la agricultura más que en el procesamiento de celulosa.
Las autoridades uruguayas reconocen que el Rio Negro, que recibirá los efluentes de UPM, ya tiene niveles de contaminación superiores a lo permitido, pero también prometen que reforzará los controles del agua. En este contexto, el candidato del Frente Amplio (la coalición de izquierdas en el poder) a la presidencia, Daniel Martínez, ha tratado de moderar el triunfalismo oficialista por la llegada de la inversión en pleno año electoral. Martínez ha declarado que “falta mucho por hacer para que sea una noticia excelente” para el país, citando retos como los controles mediambientales o que se logre insertar el proyecto en una diversificación productiva con agregado de valor.
Desde la oposición, la instalación de UPM es vista como algo positivo del país, pero arrecian las críticas sobre las numerosas concesiones del Gobierno a la empresa finlandesa y se denuncia que varios aspectos del contrato se han negociado en secreto.