Rusia y Ucrania se encaminan hacia una nueva guerra del gas. El gigante gasístico Gazprom inició este sábado los procesos necesarios para cancelar sus contratos de suministro al país vecino, al que ya no está abasteciendo. La decisión llega después de que la empresa rusa fuera obligada por el Tribunal de Arbitraje de Estocolmo a pagar 2000 millones de euros a la ucraniana Naftogaz en relación a un litigio que ambas gasísticas mantenian desde hace cuatro años.
“Las entregas de gas desde la Unión Europea han aumentado espectacularmente”, decía este sábado el presidente Petro Porochenko para tratar de calmar a la ciudadanía, sumida en un fuerte temporal de nieve y con temperaturas por debajo de los cero grados. “Estamos recibiendo gas de Polonia, de Eslovaquia, de Hungría… El déficit a esta hora está completamente cubierto”.
Kiev ha inciado ya una estrategia de ahorro de gas. Las escuelas y guarderías del país permanecen cerradas y el Gobierno ha pedido a empresas y ciudadanos que consuman lo menos posible. La situación también puede afectar al resto de la Unión Europea, cuyo 30 % del gas consumido procede de Rusia, la mitad a través de Ucrania. Bruselas ve con preocupación esta guerra realmente fría.