Un día de mayo de 2010 un hombre estadounidense ordenó comida rápida y cambió el curso de la historia del bitcoin. La criptomoneda, entonces recién nacida, era casi desconocida y su valor era ínfimo.

Sus potencialidades de pago eran tan amplias como las de cualquier moneda ,  así lo entendió Laszlo Hanyecz,  primera persona en comprar un producto con bitcoins.

Se trató de dos pizzas grandes en la conocida cadena Papa John’s, las cuales intercambió por 10.000 bitcoins, unos 40 dólares de ese entonces. Esas mismas pizzas valdrían hoy alrededor de 38 millones de dólares y más aún, unos 190 millones de dólares, en diciembre de 2017, cuando el activo descentralizado alcanzó su precio máximo.

Hanyecz inauguró la forma de pago, pero el desafío aún era grande: sacar al bitcoin y a las altcoins (monedas cripto nacidas bajo la inspiración del bitcoin) del ámbito de los informáticos.

La empresa estadounidense Athena Bitcoin llegó a la región hace pocos meses y pretende que su desembarco colabore en este proceso que, a criterio de sus directivos, generará inclusión frente a un sistema financiero que no lo hace.

“Para una persona que no tiene herramientas para desenvolverse, el bitcoin permite comprar un producto afuera, un servicio o lo que sea”.

“Todo esto sin necesidad de contar con cuentas bancarias, tarjetas de crédito y casi sin costos de transacción”, agregó.

La característica de no contar con respaldo físico, carecer de autoridad reguladora, precios exclusivamente determinados por el mercado y funcionamiento exclusivo en el mundo digital, hacen al bitcoin y al resto de estas monedas, merecedoras de las más efusivas críticas, pero no han sido menos las ovaciones y detrás de ambas reacciones se observan visiones del mundo casi antagónicas.

¿Qué sucede en este momento? Según datos de Chainalysis, el pago con bitcoins se redujo a nivel mundial un 80% en el período comprendido entre septiembre de 2017 y el mismo mes de 2018 .

Parte de la explicación podría recaer en las estrictas regulaciones impuestas contra estos activos el año pasado por parte del gobierno chino.

Estas desencadenaron una especie de prohibición tácita de su utilización en una de las naciones donde las cripto estaban más establecidas como medio de pago.

América Latina

En América Latina la sensación no es la misma, y menos en la región del mar Caribe.

De hecho se estima que a diario entran a Venezuela un millón de dólares a través de bitcoins, los cuales son cambiados por dinero fiat (regular) tras su ingreso al país.

Los bajos costos de transacción sumados a la dificultad de enviar remesas desde y hacia el país caribeño, hacen del bitcoin el instrumento favorito.

No es casual que la economía más inflacionaria y desconectada de la región sea el destino favorito de los cripto y tampoco lo es que el segundo ambiente más propicio sea Argentina. La nación del sur, signada por largos períodos de inflación y ciclos frecuentes de devaluación monetaria, se ubica entre las más amigables para pagar con bitcoin. De hecho decenas de hoteles, restaurantes, academias de manejo, tiendas, y hasta casas de repuestos aparecen en el directorio de lugares en que los aceptan.

“Como es algo que no tiene relación con lo que pasa en la economía, si baja el dólar o sube el dólar, el bitcoin se comporta de forma independiente. Entonces es interesante (…) tener un porcentaje del ahorro así (…) porque si de repente hay un cisne negro en la economía y vos tenés un activo que no se ve envuelto en ese cisne negro”, explicó Molíns.

Un puente entre el mundo físico y el digital

Una paradoja envuelve la compra de bitcoins en nuestra región: para comprarlos y venderlos se requiere de una cuenta bancaria o una tarjeta de crédito, instrumentos que el bitcoin busca suplantar para llegar a la población que no cumple los requisitos para su acceso.

Los cajeros automáticos, por ahora presentes exclusivamente en Colombia y Argentina, buscan terminar esa paradoja y trazar un puente entre el mundo físico del dinero y el digital de los bitcoins.

 Las dos caras del bitcoin

“Pero no hacían el camino inverso. O sea yo no podía llevar mis bitcoins y retirar dinero nacional”, explicó.

Las máquinas de color anaranjado se asemejan a la de los principales bancos, aunque a simple vista parecen un poco más finas.

La utilización es fácil y sobre todo intuitiva. Para los argentinos la máquina está adaptada para facilitar el proceso escaneando el DNI, los extranjeros debían realizar el trámite con el pasaporte, lo que suma algunos pasos. En ambos casos el proceso no toma más de cinco minutos e incluye el escaneo del documento a través de la propia máquina, el ingreso de un pin Y una fotografía para evitar la usurpación de identidad.

Para el experimento, compramos una fracción ínfima de la moneda, lo que se realiza insertando los billetes en una ranura. Cada usuario elige el monto que desea. Para que ese monto en bitcoin sea transferido a la persona hay dos opciones: escaneando una billetera digital desde un smartphone o tablet o imprimiendo una billetera, que posteriormente se puede escanear también desde un dispositivo móvil.

Y resuelven ese problema a quien más lo necesita, que es la gente que está desbancarizada”, planteó Molíns.

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