“Polvo eres y en polvo te convertirás”: una máxima que se ha repetido por siglos como una forma de definir lo que ocurre con nuestro cuerpo una vez acaba la vida.
Sin embargo, en el estado de Washington, Estados Unidos, han decidido cambiar un poco esa aproximación: en vez de polvo, el cuerpo humano puede convertirse en el compostaje perfecto para jardines y cultivos en general.
O sea, que los restos humanos pueden ser los cimientos de un jardín florecido a las puertas de una casa o pueden servir para alimentar las raíces de los árboles.
La idea, que fue aprobada la semana anterior por el Senado estatal y está a la espera de la firma del gobernador Jay Inslee para su visto bueno final, es convertir el compostaje en una alternativa al entierro o la cremación, mediante un proceso que dura 30 días y por el que el cadáver se convierte en abono natural.
Una idea que cada vez tiene más adeptos en EE.UU. como una forma de aportar al medio ambiente después de la muerte. Y sobre todo, hacerlo de forma legal, porque en muchos países está prohibido disponer de restos humanos por fuera de cementerios o sitios de entierro autorizados.