Después de 72 años de ser muy miope, 55 de ellos usando anteojos de fondo de botella, Jane Quinn, de Brooklyn, Nueva York, está muy emocionada por lo bien que ve desde que hace un año le quitaron las cataratas.
“Es muy liberador poder ver sin lentes”, me dijo Quinn. “Mi visión es buenísima. Incluso puedo manejar de noche. Me muero de ganas de esnorkelear”.
Yo también estaba emocionada cuando le dije que seguramente la operación había hecho más que mejorar su mala vista. De acuerdo con los resultados de un nuevo estudio muy extenso, también puede prolongar su vida.
El estudio de veinte años que se realizó con 74.044 mujeres de 65 o más años, todas con cataratas, encontró un riesgo de muerte un 60 por ciento menor entre las 41.735 mujeres a quienes se les removieron las cataratas. Anne L. Coleman y sus colaboradores en el Stein Eye Institute de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California, con Victoria L. Tseng como autora principal, publicaron los hallazgos en línea en JAMA Ophthalmology en octubre.
Con una catarata, la lente del ojo se nubla y decolora. Esta estructura normalmente clara del ojo, detrás del iris y la pupila, cambia de forma para permitir que las imágenes visuales que percibimos sean enfocadas con claridad por la retina en la parte posterior del ojo. Cuando se forman cataratas, las imágenes son cada vez más borrosas, los ojos se hacen más sensibles a la luz, la visión nocturna es deficiente y a menudo se pierde el contraste entre los colores.
Una amiga de 74 años se dio cuenta de que requería una operación de cataratas cuando no pudo ver el subrayado en amarillo de un manuscrito que leía; en el caso de su esposo, entonces de 75 años, fue el oftalmólogo quien le dijo que “llegó el momento”.
Las cataratas se forman poco a poco con la edad y cualquiera que viva lo suficiente puede desarrollarlas. Son la causa más frecuente de pérdida de la visión en las personas de más de 40 años. Los factores de riesgo comunes incluyen exposición a los rayos ultravioletas (es decir, la luz del sol), tabaquismo, obesidad, hipertensión, diabetes, uso prolongado de corticosteroides, miopía extrema y antecedentes familiares.
Usar lentes oscuros que bloqueen el 100 por ciento de los rayos UV y un sombrero es importante como prevención. Ingerir muchos alimentos ricos en vitamina E (como las espinacas, las almendras, las semillas de girasol y los camotes); las carotenoides luteína y zeaxantina (en las berzas, las espinacas y otros vegetales de hojas verde oscuro), y los ácidos grasos omega 3 (en las espinacas y los pescados grasosos como la macarela o caballa, el salmón y las sardinas) también pueden reducir el riesgo de presentar cataratas.
La operación de cataratas es la operación realizada con más frecuencia en Estados Unidos, con más de tres millones de estadounidenses a quienes se les remueven las cataratas anualmente, de acuerdo con la organización Prevent Blindness America. Con un instrumental muy pequeño, la lente nebulosa se succiona fuera del ojo y en su lugar se inserta un lente artificial. Después de cerca de media hora en recuperación, los pacientes pueden irse a casa.
“La operación de cataratas no solo puede darle una vida mejor a la gente, sino que también puede prolongársela”, dijo Coleman en una entrevista. Las mujeres del estudio que se sometieron a operación de cataratas vivieron más aunque, en general, estaban más enfermas al inicio: como grupo, tenían más infartos, enfermedad pulmonar crónica, úlcera péptica y glaucoma que quienes no se operaron.
Los estudios previos habían mostrado un menor riesgo de mortalidad en los hombres y en las mujeres después de la operación de cataratas, dijo Coleman. Aunque el nuevo estudio confirma los hallazgos anteriores sobre menos muertes en las mujeres, también fue lo suficientemente amplio para mostrar cómo la operación puede extender la vida. Quienes se habían sometido a la intervención por cataratas tuvieron menor riesgo subsecuente de muerte por enfermedades cardiovasculares, pulmonares, neurológicas e infecciosas, así como cáncer y accidentes.
Al explicar este resultado, Coleman dijo que cuando la gente puede ver mejor, “también puede moverse más y hacer más ejercicio. Puede ver mejor sus pastillas y es más probable que, además de tomárselas, identifique las correctas. La operación también mejora el contraste visual, lo que disminuye el riesgo de muertes accidentales por caídas o en autos. Es importante que la persona pueda tener la mejor vista posible”.
Aunque hay algunos riesgos asociados con la resección de cataratas, “probablemente es la operación más exitosa con la que contamos: tiene una tasa de éxito del 98 por ciento”, aseguró Coleman. Las posibles complicaciones, aunque raras, incluyen infección, inflamación, desprendimiento de retina y visión doble o con sombra.
También ha habido avances extraordinarios en la operación de cataratas desde la década de los ochenta. Antes, la operación se hacía con anestesia general y los pacientes pasaban varias noches en el hospital así como semanas de recuperación en cama. Hoy en día, el procedimiento se hace con un anestésico local y las incisiones son mucho menores, a menudo sin requerir puntadas. Solo se opera un ojo a la vez —el segundo, por lo general, dos semanas después— y la recuperación es rápida.
Según cuenta Quinn, la operación “fue fácil y rápida —quizá duró cinco minutos— y fue como un milagro. No podía creer lo bien que podía ver justo después de que me operaron el primer ojo”.
Ahora los especialistas también reconocen que no se debe esperar a que la catarata esté “madura” y la visión seriamente disminuida antes de conminar a los pacientes a operarse. Coleman dijo: “Mientras más esperes, más difícil será la operación. Es más fácil retirar las cataratas antes de que se hagan demasiado densas”.
Se aconseja a los pacientes no conducir el primer día después de la operación y no cargar cosas pesadas ni tener actividades vigorosas durante algunas semanas. Inicialmente, el ojo operado debe protegerse de la presión, en especial durante la noche, usando un parche para el ojo, y se recetan gotas de antibióticos y otras precauciones para reducir el riesgo de infección. La única queja de Quinn es que no pudo nadar —su actividad física diaria usual— durante seis semanas, hasta que ambos ojos habían sanado por completo.
Los lentes artificiales que se usan para reemplazar la lente nublada ahora son variados y pueden ajustarse al estilo de vida, los deseos o los requisitos médicos particulares del paciente. Un corredor de maratones o un tenista puede querer un tipo de lentes distintos que un editor de libros.