En el estudio se complementó la dieta con 60 gramos diarios de una mezcla de diferentes frutos secos, entre los que se incluían nueces, avellanas y almendras
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El consumo regular de frutos secos puede tener un efecto colateral positivo: la reducción de la disfunción eréctil, según un nuevo estudio llevado a cabo por científicos españoles publicado recientemente en la revista especializada Nutrient. La investigación, llevada a cabo sobre un grupo de estudio de 83 hombres sanos de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, desveló que existía una correlación directa entre el consumo moderado de estos alimentos y la mejora de la función sexual.
Los científicos dividieron los participantes en dos grupos de estudio: uno de ellos siguió una dieta habitual durante 14 semanas, mientras que el otro grupo fue complementado con 60 gramos diarios de una mezcla de diferentes frutos secos, entre los que se incluían nueces, avellanas y almendras.
Además, cada individuo rellenó un cuestionario de 15 preguntas sobre función sexual, conocido comoÍndice Internacional sobre Función Eréctil (IIEF, por sus siglas en inglés), al inicio y al final de la investigación.
Los científicos midieron asimismo los niveles de óxido nítrico y E-electina, dos marcadores que miden la salud del endotelio, un tejido que recubre el interior de los vasos sanguíneos y que está vinculado con problemas eréctiles.
Resultados de la investigación
Los resultados desvelaron que una dieta occidental (no saludable) complementada con un aporte suplementario de nueces, avellanas y almendras aumentaba el deseo sexual y la función orgásmica de los hombres en edad fértil, una nueva conclusión que complementa los resultados de un estudio llevado a cabo anteriormente por el mismo equipo de investigación, según el cual el consumo de frutos secos provocaba una mejora en la calidad del esperma.
Se estima que la disfunción eréctil afecta al 5% de los hombres de 40 años y alrededor del 60% de los mayores de 60. El consumo excesivo de alcohol, las dietas no saludables, el estrés y la falta de actividad física se cuentan entre los principales factores de riesgo.