“Debemos habituarnos a pensar que Europa y África tienen un destino común, sólo nos separa un pequeño trozo de mar”, aseguró hace unos meses en Barcelona Andrea Riccardi, exministro italiano y fundador de la Comunidad de Sant’Egidio. Se refirió al poeta y presidente senegalés Léopold Sédar Senghor y su idea de Euroáfrica; una asociación de iguales entre los países de ambos continentes.
Nigeria será el país que más crecerá y se convertirá en el tercero con más población del planeta de aquí al año 2050. En esa lista también están Etiopía, República Democrática de Congo, Tanzania o Uganda, según el último informe de la ONU sobre previsiones demográficas, The World Population Prospects: The 2017 Revision . El continente negro, en conjunto, será el que más crezca.
El Banco de España, por su parte, apuntaba en un reciente artículo analítico de presiones migratorias que Europa recibirá un mayor flujo de emigrantes hasta 2050 mientras que en EE.UU. se mantendrá estable. “La mitad de los africanos tienen menos de 18 años y son mil millones de personas. En 2050 serán 2.000 millones. Tenemos un problema estructural. En Europa somos menos de 800 millones con una media de edad alrededor de los 45 años. Les necesitaremos”, apuntó al referirse a la demografía europea, envejecida, y la baja natalidad que hay en el Viejo Continente.
Atendiendo a las previsiones la idea de Euroáfrica cobra sentido.
Los países más desarrollados concentran la población más envejecida en el mundo mientras que África, la cuna de la Humanidad, es el continente más joven. No sólo la esperanza de vida es más baja allí, también hay tasas de fecundidad mayores. Según los datos de 2016 del Banco Mundial, Japón es el país que contiene mayor porcentaje de población envejecida, con un 27% del total mayor de 65 años. Los 22 siguientes de esa lista son europeos y España es decimotercera, con un 19% de sus ciudadanos por encima de los 65 años.
Pero además, España es de los países europeos con una tasa de fecundidad más baja (1,3 hijos por mujer), por debajo de la media de la OCDE (1,6). En el informe Análisis y Perspectivas 2017. Desprotección social y estrategias familiares de la Fundación Foessa se destacaba que la tasa actual estaba por debajo de la tasa deseada según los datos recogidos por el Eurobarómetro en 2011 (2,1). Los motivos que resalta son la falta de acceso al empleo para los jóvenes y un mercado laboral precario, ausencia de medidas garantistas del Estado -España es de los países que menos invierte en prestaciones familiares de la Unión Europea- y las dificultades para la conciliación laboral y compartir las cargas para cuidar a los hijos. La tasa de 2,1 hijos por mujer es la que garantiza el reemplazo generacional.
Como se ve en el mapa, América Latina, en cambio, no tiene la población tan envejecida como la de Europa o EE.UU. Sin embrago, también se enfrenta al reto de un rápido envejecimiento de su población, según lo vaticinaba la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de la ONU, en el informe Panorama Social de América Latina 2017 . Mientras que en Europa y Estados Unidos el envejecimiento fue paulatino y se pudieron desarrollar las políticas para dar respuesta a ese fenómeno, en América Latina los dirigentes deben implementar una solución más rápida a ese desafío, que si no se enfrenta ahora con la mirada a largo plazo puede provocar problemas económicos en el futuro.
La concentración del crecimiento de población será así en los países más pobres, lo que supone “un desafío considerable” para acabar con la pobreza y la hambruna, expandir y actualizar los sistemas educativos, alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer para que nadie quede atrás, advierte la ONU.
Población envejecida, un problema para la hacienda pública y el sistema de salud
El número de personas mayores de 60 años (962 millones) se doblará en 2050 (2.100 millones) y se triplicará en 2100 (3.100 millones), según la ONU. Y si en Europa supondrá un 35% de la población, en África, que envejecerá debido al aumento de la esperanza de vida, se mantendrá por debajo del 20% hasta el final de este siglo. De ahí la idea de Riccardi de un destino común entre los dos continentes, aunque la idea de Léopold Sédar Senghor no triunfara en el pasado.
“Tener la población envejecida supone un problema de hacienda pública y de salud. Conlleva presión para cualquier sistema de seguridad social que deba garantizar un nivel de vida mínimo paran sus jubilados. Además, los servicios e infraestructuras de salud deben adaptarse a un incremento de la morbilidad y por ende también un problema de hacienda pública, ya que el gobierno debe de generar recursos para financiar reformas del sistema de salud”, señala Eduard Suari Andreu, investigador de la Universidad Gronigen experto en economía y envejecimiento. El envejecimiento tendrá un profundo efecto en las sociedades, en el sistema fiscal y de bienestar así como en la cuestión de las pensiones, resalta la ONU al respecto.
En el primer artículo analítico del Banco de España de este año la institución señalaba, asimismo, el envejecimiento poblacional, muy acusado, como un problema para la economía española dado que así ha sucedido antes en otros países europeos.
Alternativas y reformas para el sistema económico con una población envejecida
Suari, por ello, y para atajar el problema que puede suponer el envejecimiento a nivel económico y fiscal, apuesta por “pasar de un sistema de pensiones de reparto (como el de España), en el que las generaciones que están en edad de trabajar pagan las pensiones de las personas jubiladas, a un sistema de capitalización, en el que cada individuo cotiza para su propia jubilación a través de fondos pensiones de gestión pública o implementar sistemas mixtos que combinan estas dos características (cómo el sistema de Holanda)”. “La segunda reforma consiste en pasar de un sistema de beneficio definido, en el que el gobierno (o la seguridad social) garantiza una prestación determinada y asume el 100% del riesgo que implica dicha promesa, a un sistema de contribución definida, en el que el riesgo es en alguna forma compartido entre el proveedor del seguro (gobierno y/o seguridad social) y el individuo”, añade.
Población, migración, geopolítica, economía… Un reto que ya está a la vuelta de la esquina, y no sólo en Europa.