Vuelve a haber resquicio para una tregua a la guerra comercial entre Estados Unidos (EE UU) y China. “Estamos listos para buscar una solución aceptable para ambas partes”, aseguró este martes el vicepresidente chino, Wang Qishan, al tiempo que se anunciaba la celebración de una demorada reunión bilateral en materia de seguridad y diplomacia en Washington el próximo viernes, una semana después de que Xi Jinping y Donald Trump acercaran posturas en una llamada telefónica.

“China mantendrá la calma y la cabeza fría para poder sostener una actitud receptiva. Tanto a China como Estados Unidos les encantaría ver más comercio y cooperación bilateral”, aseguró Wang este martes en Singapur en un foro económico organizado por Bloomberg.

Las palabras de Wang adquieren especial relevancia no solo por su contenido, sino también por el momento; las pronuncia el mismo día de las cruciales elecciones legislativas en Estados Unidos, un buen termómetro sobre la aceptación de las controvertidas políticas de Trump, y atemperan el tono más desafiante empleado el lunes por Xi durante la inauguración de la Exposición Internacional de Importaciones (CIIE) en Shanghái.

El considerado mano derecha del presidente chino urgió a que las primeras economías mundiales limen asperezas ante un panorama de creciente incertidumbre. “El mundo se enfrenta hoy a muchos problemas graves que requieren de la cooperación cercana entre China y Estados Unidos”, dijo Wang al abrir el foro, que en un principio iba a ser celebrado en Pekín, pero que fue trasladado a la ciudad-Estado asiática a petición de China, precisamente para no ensombrecer la CIIE de Shanghái.

Wang también se hizo eco de algunos mensajes lanzados la víspera por Xi. Mientras el presidente chino recordó que los “5.000 años de tribulaciones y problemas” de China no han impedido al país llegar donde está, su número dosrecordó cómo las “humillaciones infligidas por los poderes coloniales han modelado la psique china”. El gigante asiático “se ha tenido que abrir camino por su cuenta”, enfatizó Wang.

Son circunloquios para recordar a EE UU que, aunque esté dispuesto a negociar y abrir más su economía, como aseguró el lunes Xi, Pekín mantiene claras sus líneas rojas y no se arrepiente de los pasos que le han llevado a convertirse en la segunda economía mundial, ante las acusaciones de Washington de que bloquea el acceso a compañías extranjeras e incumple las leyes de propiedad intelectual, entre otras.

En pleno tiro y afloja, ante la amenaza de Trump de imponer sanciones sobre otros 267.000 millones de dólares en productos chinos —que se sumarían a las tarifas por valor de 250.000 de dólares ya adoptadas, mientras China ha respondido con tasas por 110.000 millones sobre importaciones estadounidenses—, ambas partes se reunirán el próximo viernes en Washington para una reunión sobre diplomacia y seguridad de alto nivel.