¡Ahora son las multas!

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Foto de Fuente Externa.

Santo Domingo, República Dominicana.- El gobierno no ha terminado de hacer una cosa bien y ya está inventando otra. Las leyes del tránsito, tanto internacionales como nacionales en República Dominicana son simplemente una señal que reza “No Estacione” o “No pasajeros”, es decir, un cartel que cuesta dinero pero no significa nada. Manejar en este país se limita a saber doblar el timón o guía, pasar los cambios, acelerar y frenar como último recurso.

República Dominicana es una nación con muchas, muchísimas leyes, de las cuales pocas se cumplen y pocos las cumplen. La culpa no es totalmente de la población y tiene una historia que viene desde la fundación de La República. El ciclo vicioso comienza con el irrespeto de los propios políticos a las legislaciones. Cuando un político viola una ley, abusa del poder y por consiguiente los ciudadanos sienten que “si él puede, yo puedo”. Lo mismo ocurre con muchos empresarios que además de violarlas, sobornan. Aquí hacemos una pausa para aclarar que no nos referimos a todos ni los estamos poniendo en el mismo saco. Pero si hacemos alusión a quienes incumplen las normas sociales y que, cuando hablamos de “gobierno”, nos referimos a todos sin colores o banderitas.

El aumento en los precios de las multas y la severidad de las mismas serán un golpe más a una clase media que ya carga con: los impuestos (todos), la electricidad, la inflación, la corrupción y por ende las deudas nacionales. Los pobres pagan muy pocos impuestos por vivir con bajos salarios y los ricos, por las comodidades que les da el gobierno. Mientras tanto, la clase media sigue siendo apretujada entre dos aplanadoras.

Lo mismo ocurre en el tránsito, a quienes los agentes de la AMET multan son a los de clase media. Ni a taxistas, carros públicos, voladoras o mototaxis les ponen multas, a pesar de que violan todas las leyes de tránsito a diario; mucho menos a políticos, militares o millonarios. Y a estos últimos, si se las llegan a poner, pues plata tienen para pagarlas.

Además; ¿qué tan consistente ha sido el gobierno con las cosas que dice que hará y las que termina haciendo? Recordemos algunas: los limpiavidrios que iban a sacar de las calles, las operaciones centella para disminuir la delincuencia (incluimos el patrullaje con las Harley Davidson), el control exhaustivo de la frontera, el combate a la corrupción y la impunidad, por ahí, la lista bien podría ser interminable. En lo único que ha sido consistente el gobierno es en el aumento de impuestos y la fiscalización.

Nuestros gobernantes utilizan estas regulaciones constantemente para aumentar sus recaudaciones fiscales y no para resolver el problema. Es cierto, todos en este país hemos violado alguna ley de tránsito en algún momento sin consecuencias. Pero, con estos nuevos incrementos estamos casi seguros que por lo menos los de clase media y algunos choferes independientes dejarán de incumplir las normas. ¿Qué pasará con los carros públicos, voladoras, políticos, generales y millonarios?