En el 2008 fue Leonel Fernández quien organizó la Cumbre de Río para buscar una salida diplomática al conflicto entre Colombia y Ecuador, en el que se coló sin verse afectado de ninguna manera el ya fallecido Hugo Chávez y su hacienda (Venezuela). Fernández si logró anotarse algunos puntos a favor como experimentado estadista y diplomático en los medios internacionales y locales. Se estrecharon manos y se firmó la paz, al menos para el público en general. Tras bastidores el conflicto continuó y se extendieron declaraciones mordaces durante unos meses más.  

Recordamos que la cumbre tuvo lugar en Santo Domingo en marzo del 2008 y solo un mes más tarde Rafael Correa dijo a la revista Semana de Bogotá lo siguiente:

  • “Colombia no se ocupa de su frontera sur, es una estrategia deliberada para involucrarnos en el Plan Colombia. Gran parte de la población, especialmente en la región amazónica, apoya a las FARC porque los estados colombianos y ecuatorianos no están allí y aquellos que ofrecen empleo a la gente (drogas, etc) son las FARC. ¿Cómo pone uno fin a esto? Uribe cree que uno lo hace con bombas. Nuestra estrategia consiste en el desarrollo humano en la región.”

En ese entonces el primero en dar un golpe en la mesa, sin verse perjudicado o agredido de ninguna forma fue Chávez, que movilizó tanques y efectivos militares hacia la frontera con Colombia. Una valentonada que, por supuesto, aprovechó para entretener a la población y desviar por unos días de la opinión pública la crisis política interna y los problemas económicos de Venezuela. Lo mismo hicieron otros países, incluyendo el nuestro.

Leonel Fernández vio en aquel entonces una oportunidad para publicitarse previo a las elecciones de mayo de ese año. Fue una crisis que cayó en el momento justo y oportuno, y que supo utilizar inteligentemente. Las tensiones bajaron un poco y esto sirvió para demostrar sus cualidades ante unos contrincantes electorales que tomaron nota mirando la televisión en sus casas.

Uno de esos contrincantes era, sin duda alguna, Danilo Medina, que cuatro años más tarde es el nuevo caudillo en el Partido de la Liberación Dominicana. Y también Danilo ha intentado en esta ocasión con la crisis política venezolana ganarse unos puntos, mover de los titulares temas como la corrupción, la inflación, el aumento del dólar, la impunidad y muchos otros defectos ya endémicos de nuestra nación que los gobiernos peledeístas no pueden o no quieren resolver, o quizá, las dos cosas.

No obstante, a Medina le han aconsejado mal engulléndolo en un problema interno de un país en el que un bando es claramente un régimen dictatorial, antidemocrático, mentiroso y asesino, por demás; y otro que lucha por lograr en principio algunas libertades y posteriormente extirpar la corruptela disfrazada de socialista.

Es muy posible que el propio gobierno venezolano haya sido el de la idea y que Medina y sus asesores hayan accedido -tal vez por una deuda pendiente (Petrocaribe y Refidomsa)-, para también darle el espacio y oportunidad de practicar y destacarse en asuntos diplomáticos. Cosa que Medina no ha logrado ni logrará por obvias razones. Pero principalmente por la complejidad del asunto y porque sencillamente el gobierno venezolano no busca resolver los problemas internos, busca eliminarlos. Así mismo, como hizo el gobierno cubano con la disidencia cubana, Nicolás Maduro, asesorado por los mismos que mantienen el régimen en Cuba, quiere eliminar a la oposición y mantenerse en el trono de un castillo que poco a poco se derrumba por dentro.

Lo peor de todo este tema no es lo mal parado que ha quedado Danilo Medina en su intento por -como se dice en la jerga latina- “robar cámara”, sino que se ha prestado para servir como vía de ganar tiempo para la dictadura de Maduro. Lamentablemente, el mandatario dominicano ha sido cómplice de unos criminales que continúan exprimiendo a la población venezolana a sus anchas, enriqueciéndose y mintiendo al mundo. Tal vez, inconscientemente, o tal vez deliberadamente para ayudar a lobos de la misma camada.