Demostración de fuerza del oficialismo cubano y aparición sorpresa del presidente, Miguel Díaz-Canel, en un envento que el domingo reunió a cientos de jóvenes en el centro de La Habana en “defensa de La Revolución”. Este acto era la respuesta de los simpatizantes del régimen al apoyo que el viernes mostraron unos 200 jóvenes al llamado Movimiento San Isidro, un grupo de intelectuales y artistas que se formó hace dos años para exigir el respeto de los derechos humanos en la isla, en particular, la libertad de expresión y el derecho a disentir. Para Díaz-Canel, que fue aclamado por la multitud, el Movimiento San Isidro ha sido el “último intento de la administración estadounidense de derrocar La Revolución”. Muchos asistentes compartían este punto de vista:
“Ahí puede haber de todo detrás del Movimiento San Isidro y hay nexos evidentes también donde ellos, consciente o inconscientemente, se prestan a las estrategias de Estados Unidos con relación a Cuba”, afirmaba Joel Suárez, coordinador del Centro Conmemorativo Martin Luther King.
La melodía de La Revolución que hace sesenta años cambió Cuba, suena muy distinta a la de los partidarios del Movimiento San Isidro. Uno de ellos, el rapero Denis Solís, fue arrestado y condenado a ocho meses de prisión por desacato. Como reacción, los miembros del movimiento se atrincheraron en una casa de La Habana y algunos se declararon en huelga de hambre. Cuando fueron desalojados violentamente, cientos de jóvenes cubanos fueron a mostrarles su apoyo e hicieron una larga sentada frente al ministerio de Cultura, una protesta inusual en la isla. La sentada terminó cuando el viceministro les recibió y escuchó sus peticiones y les citó para encontrarse con el ministro esta semana.