Llamamos catarata a la opacificación total o parcial del cristalino –el lente natural del ojo– el cual se encuentra detrás de la pupila y funciona como el lente de una cámara, permitiendo el paso de la luz y enfocando las imágenes en la retina, la cual a su vez las envía al cerebro, donde se produce la visión.
Para realizar esta función de modo óptimo el cristalino debe ser totalmente transparente, sin embargo, con el paso de los años esta lente se torna gradualmente opaca y amarillenta, reduciendo progresivamente la visión. Una catarata puede ser la causa por la que una imagen nítida se vuelva borrosa, los colores brillantes se apaguen o la visión nocturna disminuya, o la razón por la que las gafas de lectura o los lentes progresivos parezcan no servir ya de ayuda.
La catarata es la primera causa de ceguera reversible a nivel internacional, por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolla programas para tratar de erradicarla a nivel mundial.
Es por esto que representa un serio problema de salud, sobre todo en el paciente de edad avanzada. La incidencia en la población mayor de 65 años es de aproximadamente el 25 % y en los mayores de 80 años se encuentra alrededor del 50 %. Esta situación es particularmente seria en los países en desarrollo, donde 17 millones de personas están ciegas por esa causa. En la actualidad, la catarata es la principal causa de ceguera en nuestro país.
La edad es la causa más común de la aparición de cataratas, es normal que se presenten a partir de los 60 años, con un desarrollo paulatino. Otros factores son: condicionantes genéticos, traumatismos, enfermedades oculares o del organismo (como la diabetes), el consumo de ciertos fármacos (como esteroides), o una sobreexposición al sol sin utilizar gafas con protección ultravioleta (UV). En algunos casos la catarata se presenta como consecuencia de un trauma (golpe); también puede ser congénita, es decir, se presenta desde el nacimiento.
Los síntomas más habituales de la catarata son: visión borrosa -en ocasiones visión doble; percepción de colores opacos; presencia de halos en la visión nocturna; fotofobia (molestias causadas por la luz); necesidad de cambios frecuentes en la prescripción de gafas o lentes de contacto; mejoría de la visión cercana sin razón aparente.
La catarata no solo afecta la visión, sino que se ha relacionado con cierto grado de trastorno depresivo al producir limitación visual y por consecuencia alterar significativamente el diario vivir y la calidad de vida de los pacientes con catarata. Además, se ha relacionado como causa de caídas en personas mayores al no ver bien donde pisan o porque tropiezan con objetos que no distinguen con facilidad. Estas caídas pueden producir fracturas de cadera o de huesos largos que a su vez se complican con trombo-embolismo pulmonar y muerte en personas de edad avanzada.
No existen medicamentos, ejercicios o dietas especiales que eviten o curen las cataratas. En su etapa inicial, el uso de gafas de sol es aconsejado para evitar el deslumbramiento producido por el exceso de luz –esta es solo una medida paliativa, no curativa.
El tratamiento definitivo para la catarata sigue siendo quirúrgico. Este procedimiento consiste en la extracción del cristalino opaco, sustituyéndolo por un lente intraocular artificial de última generación, el cual puede tener diferentes capacidades de enfoque en cuanto a la visión lejana, media y/o cercana.
Gracias a los avances en la tecnología médica, este procedimiento es ambulatorio, rápido e indoloro, con mínimo riesgo y una pronta recuperación. La técnica más avanzada empleada en la cirugía de catarata es con el láser de femtosegundo (un femtosegundo es una milbillonésima parte de un segundo [10-15]), el cual permite personalizar el procedimiento al ojo de cada paciente. Aun cuando todos los ojos humanos comparten la misma estructura anatómica, cada ojo varía en términos de tamaño, profundidad, curvatura de la córnea y otras características claves, lo cual constituye la razón por la cual cada ojo debe ser medido y mapeado cuidadosamente antes de cada procedimiento. Estas imágenes, y las mediciones y datos que proporcionan, son usadas para planificar y realizar una cirugía de acuerdo a especificaciones exactas que no se pueden alcanzar con cirugía tradicional.
Con el uso de la tecnología láser de femtosegundo podemos lograr que la cirugía sea sistemáticamente reproducible, con alta tasa de éxito tanto quirúrgico como visual y poco porcentaje de complicaciones. Igualmente, se produce menos inflamación en los tejidos intraoculares por lo que la recuperación visual es más rápida que de la forma manual tradicional.
Hoy en día podemos lograr que luego de la cirugía de cataratas muchas personas puedan ver bien sin el uso de gafas o espejuelos, dependiendo del tipo de lente intraocular que se le pueda implantar al paciente. Sin embargo, en algunos personas pueden existir razones oculares que obliguen a utilizar gafas para actividades muy específicas, y en muy pocos casos, para llevarlas todo el tiempo luego de la cirugía.
Luego de la cirugía la gran mayoría de los pacientes refieren total mejora de su problema o limitación visual. Aun cuando no se puede prevenir, la catarata se puede detectar mediante revisiones oculares. Por esto es aconsejable visitar al oftalmólogo periódicamente.