UHAN, China.- Débil por la fiebre, An Jianhua hizo fila a la intemperie durante siete horas frente al hospital, esperando que pudieran hacerle el análisis para determinar si había contraído el nuevo coronavirus, tal como sospechaban los médicos
An tiene 67 años y necesitaba el diagnóstico oficial del hospital para acceder al tratamiento médico, pero en el instituto al que asistieron ella y su hijo la semana pasada no había espacio, ni siquiera para hacerles el análisis. De allí los mandaron a otro hospital de Wuhan, la ciudad de 11 millones de habitantes que es epicentro de la epidemia, pero también estaba desbordado. Lo único que consiguieron fue que a An le colocaran un goteo intravenoso para la fiebre, pero eso fue todo.
Desde entonces, An se autoimpuso una cuarentena en su casa. Ella y su hijo comen por separado, usan barbijo dentro de la vivienda y desinfectan constantemente todo lo que tocan. La salud de An se está deteriorando rápidamente y hasta le cuesta tomar agua sin vomitar.
“No puedo dejar que mamá se muera en casa”, dice He Jun, su hijo. “No hay día que no quiera llorar, pero ni lágrimas tengo. Ya perdí la esperanza”, contó.
Mientras que muchos países se apresuran a tomar medidas contra un brote que ha empezado a diseminarse por el mundo, generando pánico y disrupciones en la economía global, los habitantes de Wuhan libran una batalla diaria contra un virus que ya enfermó a más de 4100 personas y se cobró por lo menos 200 vidas tan solo en esa ciudad.
El mes pasado, en un intento desesperado de contener el brote, el gobierno de Pekín impuso un virtual cerrojo sobre Wuhan, sellando la ciudad y prohibiendo la circulación de autos particulares y de gran parte del transporte público. Pero ahora muchos vecinos de Wuhan dicen que es prácticamente imposible conseguir atención médica para tratar o incluso diagnosticar la enfermedad.
Con una enorme frustración, los médicos se quejan de la falta de suministros y de kits de análisis de la enfermedad, que ni siquiera queda claro por qué no aparecen.
La prohibición del transporte público obliga a muchos residentes a caminar durante horas para llegar al hospital, suponiendo que estén en condiciones de hacerlo. Entre los vecinos y la ayuda que necesitan se alzan capa sobre capa de burocracia china. Y las largas filas en el exterior de los hospitales para ser diagnosticado o atendido dan a entender que la propagación del virus excede holgadamente el conteo oficial de casos.
Según los vecinos, también escasean las ambulancias y algunos aseguran que en los últimos días han llamado al número 120 -el equivalente chino del 911- y la única respuesta que recibieron fue que había cientos de personas en lista de espera.
Quienes lograron llegar al hospital dicen haber estado hacinados durante horas en salas de espera, caldo de cultivo ideal para la propagación de infecciones. Pero la escasez de suministros médicos y camas en los hospitales generó que muchos prefirieran volverse a sus casas a una cuarentena autoimpuesta, ante la amenaza de potenciar el brote por exponer a sus familias.
Una esperanza sanitaria
Muchos médicos y vecinos tienen puestas sus esperanzas en dos nuevos hospitales para coronavirus que China está construyendo a toda velocidad, en cuestión de días, en Wuhan. Uno de ellos ocupa más de tres hectáreas, tiene 1000 camas y su inauguración estaba prevista para ayer. El gobierno informó que asignará a 1400 trabajadores médicos militares al nuevo centro asistencial para compensar la escasez de profesionales de la salud que combaten el brote.
Anteayer, las autoridades de Wuhan anunciaron planes para instalar estaciones de cuarentena en varios puntos de la ciudad para gente con síntomas o que esté en contacto cercano con portadores del coronavirus. Pero a poco más de una semana del bloqueo de la ciudad muchos vecinos creen que el virus ya se ha extendido mucho más de lo que comunicaron las cifras oficiales.
Además, para acceder al tratamiento en los hospitales hay que sortear innumerables obstáculos burocráticos.
Las directivas oficiales alientan a los pacientes a dirigirse en primer lugar a su hospital más cercano, para una primera evaluación y en algunos casos recibir alguna medicación. Luego los pacientes deben presentar los resultados de ese examen ante los comités barriales, que son los organismos responsables de la comunicación con los hospitales y de la coordinación de los recursos para los hogares dentro de su área. En Wuhan hay unos 1000 comités barriales disponibles para una población de 11 millones de personas.
A los pacientes con síntomas leves suelen mandarlos de vuelta a sus casas y se les indica una cuarentena por cuenta propia, según las recomendaciones oficiales del 24 de enero. Los que tienen síntomas más severos son marcados por los comités barriales, que coordinan su traslado en ambulancia a uno de la docena de hospitales designados para el tratamiento del coronavirus.
Pero, según los pacientes y sus familiares, en la práctica ese proceso lleva mucho tiempo y la vara de los “síntomas severos” es muy alta, así que terminan abandonando y prefieren esperar en fila largas horas frente a los hospitales.
Amy Hu dice que su madre, de 64 años, fue al médico tras experimentar fiebre, tos, agitación y diarrea, hace unos 10 días. Sobre la base de su revisación inicial, el médico dijo que la madre de Hu habría contraído el coronavirus, pero agregó que el análisis para confirmar el diagnóstico no estaba disponible.
Y sin un diagnóstico fehaciente el hospital no internaría a su madre. Desde entonces, siguen esperando que el hospital les avise cuándo podrán hacerle el análisis. Hu estaba de visita en casa de sus padres por los feriados del Año Nuevo lunar en los últimos días, pero ahora decidió tomar medidas de precaución: sacó una habitación en un hotel para ella y sus dos hijos.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide