MOSCÚ, Rusia. El presidente ruso, Vladímir Putin, marcó distancias con Estados Unidos al recibir en el Kremlin al rey Salman bin Abdelaziz de Arabia Saudita, principal aliado de Washington en Oriente Medio, junto a Israel.

“Esta es la primera visita a Rusia de un rey saudita en toda la historia de nuestras relaciones. Esto ya es de por sí un acontecimiento muy significativo”, afirmó Putin al comienzo de la reunión en el Kremlin.En este marco, Moscú y Riad firmaron varios acuerdos militares de transferencia de tecnología para la producción de armamento ruso en territorio saudita, como es el caso de un contrato para la fabricación de fusiles Kaláshnikov A-103.

Según la prensa, también alcanzaron un principio de acuerdo para el suministro de los novísimos misiles antiaéreos rusos S-400 “Triumph”, en un contrato que ascendería a unos tres mil millones de dólares.

Enemigos acérrimos durante décadas, tanto por el apoyo saudita a los muyahidines afganos como el respaldo de Riad al derrocamiento del régimen sirio de Bashar al Asad, un monarca saudita entraba ayer en el Kremlin por vez primera en casi un siglo.

Aprovechando el vacío de poder dejado en Oriente Medio por la Casa Blanca, sumado a la intervención militar rusa en Siria, el Kremlin se ha convertido en árbitro clave de la región, motivo por el que Moscú ha acogido en los últimos tiempos a los líderes saudita, israelí, iraní, turco y palestino.

“Todo cambia”, dijo Putin, al ser preguntado por la profunda relación que Riad mantiene con Washington, mientras las autoridades sauditas comentaron que “unas relaciones estrechas con Estados Unidos, China y Rusia no son autoexcluyentes”.

Putin, que fue el primer jefe de Estado soviético o ruso en viajar a Arabia Saudita en 2007, se declaró “convencido” de que la “histórica” visita de Salman “servirá de estímulo para el desarrollo de las relaciones bilaterales”.

Recordó que la Unión Soviética fue el primer país del mundo en reconocer en 1926 el reino creado por el padre del rey Salmán.

Por su parte, el rey Salman se mostró “feliz” de estar en Rusia -cuatro meses después de recibir en Riad al presidente de Estados Unidos, Donald Trump- y expresó su voluntad de “fortalecer las relaciones en aras de la paz y seguridad, y el desarrollo de la economía mundial”.

Tras un breve cara a cara, Putin y el monarca se enfrascaron en abordar las crisis de Siria, Irak, Libia y el Yemen, además del conflicto palestino-israelí.

El monarca dejó claro el porqué rusos y sauditas, después de años en bandos enemigos, ahora cooperan para el arreglo de los conflictos regionales, al defender abiertamente la integridad territorial de Siria e Irak y dar prioridad a la lucha contra el terrorismo.