Apenas un puñado de diplomáticos con mascarilla ha podido entrar en la sede de la ONU en Nueva York para escuchar el discurso de apertura de la Asamblea General de la organización. Su secretario general, António Guterres, ha alertado al mundo de la peligrosa escalada entre Washington y Pekín.

“Debemos hacer todo lo posible para evitar una nueva Guerra Fría. Vamos en una dirección muy peligrosa. Nuestro mundo no puede permitirse un futuro en el que las dos economías más grandes creen una gran fractura que divida el globo en zonas con sus propias reglas comerciales y financieras y capacidades de Internet e inteligencia artificial”, advertía Guterres.

Pandemia obliga. Este año no hay una procesión de líderes mundiales relevándose en el estrado para pronunciar largos discursos ante la Asamblea: su imagen y sus palabras llegan por videoconferencia y son mensajes pregrabados. El del presidente estadounidense, Donald Trump, que está en plena campaña electoral, venía a confirmar los temores de Gutérres:

“Debemos hacer responsable a la nación que desató esta plaga en el mundo, China. El Gobierno chino y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que está virtualmente controlada por China, declararon falsamente que no había evidencia de transmisión de humano a humano. Más tarde, dijeron falsamente que las personas sin síntomas no propagarían la enfermedad”, disparó el mandatario.

El presidente chino, Xi Jinping, ha dicho que su gobierno no tiene intención de entrar en una nueva guerra fría y ha criticado a quienes intentan politizar la lucha contra la pandemia de la Covid-19.