El enfado crece en Perú. Las protestas se suceden tras la destitución del presidente Martín Vizcarra por el Congreso y la investidura de Manuel Merino como nuevo Jefe de Estado. Los manifestantes denuncian un ‘golpe de Estado’ y califican a Merino de ‘usurpador’.
En Lima y otras ciudades, miles de personas salieron a la calle para clamar contra el Parlamento y contra el nuevo mandatario, al que califican de “usurpador” y “golpista”. En la capital hubo episodios de violencia y enfrentamientos con la Policía.
“Quieren hacerse con el poder”
La situación ha sumido a Perú en la inestabilidad, a cinco meses de las próximas elecciones y con el país inmerso en una profunda crisis social y económica por la pandemia de COVID-19.
“Estamos en contra de esta batalla presidencial. No es el momento. Ponen ahora a Merino. ¿El Congreso qué quiere? Quieren llegar al poder de una buena vez”, dice una manifestante.
“¿Cómo el Congreso ha podido una vacancia por incapacidad moral? ¡El Congreso hablando de capacidad moral, por favor! ¡Cuántos congresistas están investigados ahora!”, clama una joven.
“Me indigna realmente ver cómo mi país se hunde cada día más”, añade una mujer.
Manuel Merino, investido, con el temor a una peligrosa concentración del poder
Mientras la calle ardía, el diputado opositor y jefe del Parlamento, Manuel Merino, era investido como presidente de Perú, el tercero en cuatro años.
Merino seguirá al frente del Congreso, con lo que, de hecho, quedan unidos el poder ejecutivo y el legislativo. Eso hace temer que decida posponer las elecciones del 11 de abril. En su discurso de investidura, hizo un llamamiento a la calma.
“A todos los ciudadanos, no podemos dividir al país. Hay una mala intención de querer dividir al país. Y eso no lo vamos a permitir”, dijo.
La población de Perú, harta de la corrupción y las maniobras políticas, con el país sumido en la crisis
Carreras, gases lacrimógenos y mucha tensión… Las imágenes de Lima reflejan el estado de ánimo en Perú, el país con más muertos por COVID-19 del mundo en relación a su población y que este año prevé una caída del 12 % de su PIB.
El miedo a la pandemia no ha evitado que la población explote, harta de la corrupción y de lo que consideran maniobras de los políticos para mantenerse el poder y repartirse los cargos