600.000 muertos por coronavirus. Estados Unidos alcanzaba esta semana esta sorprendente cifra a pesar de la importante campaña de vacunación que ha reducido sensiblemente tanto el número de casos diarios como el de fallecidos. Las muertes por COVID-19 en Estados Unidos han pasado de una media de 3400 al día a mediados de enero a 340 en la actualidad.

Según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), cerca de 174 millones de personas han recibido ya al menos una dosis, lo que supone un 52 por ciento de la población estadounidense. De ellas, 145 millones ya estarían completamente inoculadas.

En Francia, la campaña de vacunación se amplía ahora a los niños mayores de 12 años, en un intento de lograr cuanto antes la inmunidad de grupo y frenar sobre todo la propagación de las variantes. En el centro habilitado en el Stade de France de París llegaron a registrarse el primer día más de 130 citas.

“Creo que es bueno que mi hijo se vacune cuanto antes”, explicaba una mujer mientras su hijo era vacunado. “En primer lugar por él, pero también por nosotros, por su abuela y por todos los que le rodean”. Muy cerca, una joven de 17 años sufre mientras recibe su dosis, aunque después confiesa que “todo bien, no me duele”.

En Rusia, sin embargo, las noticias no son tan positivas. Moscú se ha visto obligada a reabrir algunos de sus centros especializados tras un nuevo pico de infecciones, 6000 solo en las últimas 24 horas, lo que supone la cifra más alta en varios meses. El alcalde de la ciudad, Sergey Sobyanin insta a los ciudadanos a vacunarse:

“Es más importante que nunca visitar estos días los puestos de vacunación”, recuerda Sobyanin. “Están todos abiertos, todos son accesibles, así que invitamos a los habitantes de Moscú a que actúen y se vacunen. Se protegerán a sí mismos y a sus seres queridos”.

En el Reino Unido, los profesionales del espectáculo alertan al Gobierno de que muchos teatros podrían echar definitivamente el telón muy pronto en caso de que la ansiada reapertura siga retrasándose. La variante Delta es la nueva culpable de un nuevo frenazo a la desescalada británica. La vuelta a la normalidad en este país estaba prevista para el próximo 21 de junio, pero este lunes y como se temía el primer ministro Boris Johnson se veía obligado a aplazar esta fecha al próximo 19 de julio. La batalla continúa.