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La enfermedad de Parkinson, como se le conoce hoy día, es un trastorno progresivo, degenerativo que afecta al sistema nervioso, siendo el buque insignia entre las enfermedades neurológicas que perjudican el movimiento y se estima que afecta del 1 al 1.5 por ciento de las personas mayores de 65 años alrededor del mundo.

Sin embargo, esta afección también puede presentarse en personas más jóvenes, siendo considerado Parkinson de inicio temprano cuando se inicia antes de los 50 años de edad.

Tanto hombres como mujeres pueden padecerla, siendo el sexo masculino el más afectado, según Anyeri de Peña, neuróloga en los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat).

La realidad

“Puede ser hereditaria pero, en la mayoría de los casos se considera una enfermedad idiopática, o sea, sin causa aparente”, indica la especialista.

Esta enfermedad ocurre por la pérdida irreversible de células dopaminérgicas en la sustancia Nigra, las cuales, explica De Peña, son las encargadas de la modulación del movimiento. Dicha enfermedad es crónica y de curso progresivo.

En cuanto al diagnóstico, la doctora detalla que suele ser clínico. Esto quiere decir, que se basa en el hallazgo de signos o síntomas característicos de la enfermedad, los cuales pueden ser motores o no motores y estos pueden variar de una persona a otra.

Primeros signos

“Los primeros signos pueden ser leves y pasar desapercibidos, incluso, por el mismo paciente. Algunos de ellos son: hiposmia (disminución en la agudeza olfatoria), constipación o depresión.

Los síntomas suelen comenzar en un lado del cuerpo y, por lo general, continúan siendo peores de ese lado, hasta después de que comienzan a afectar ambos lados”, agrega.

Otras señales de esta condición que indica la neuróloga, son la pérdida de la expresión facial (expresión apática o facie hipomímica).

Esta suele confundir a los familiares de los pacientes, haciéndolos pensar que este está deprimido.

Muy importante

También es importante observar si la persona tiene una reducción de la frecuencia del pestañeo, cambios en el habla, aumento de la salivación, visión borrosa, micrografía (las letras se convierten en pequeñas) o incontinencia urinaria.

“Para dar con el diagnóstico también nos apoyamos de técnicas de imagen como el PET scan y el Spect, las cuales son utilizadas en estudios de investigación.

Al igual que la resonancia magnética y la tomografía, lo cual unido a la clínica nos puede reforzar el diagnóstico. Pero el valor principal de esta es hacer el diagnóstico diferencial con otras enfermedades que puedan hacer similitud con el Parkinson”, comenta De Peña.

A temprana edad

En los casos de inicio temprano, la determinación de marcadores genéticos suele ser de interés, como por ejemplo, el gen de la Parkina, el cual está relacionado en casos familiares de dicha enfermedad.

“No existe cura definitiva para la enfermedad de Parkinson, por lo que su tratamiento suele ser con el objetivo de retrasar el curso de la enfermedad, además de mejorar sintomáticamente al paciente”, destaca De Peña.

En cuanto al tratamiento, la neuróloga indica que de inicio suele ser farmacológico, pero para algunos pacientes se opta por procedimientos quirúrgicos, al que se le denomina estimulación cerebral profunda.

Estimulación

“En la estimulación cerebral profunda, los cirujanos implantan electrodos en una parte específica del cerebro.

Los electrodos están conectados a un generador implantado en el pecho cerca de la clavícula que envía impulsos eléctricos al cerebro y puede reducir los síntomas de la enfermedad de Parkinson, detalla la neuróloga.

La estimulación cerebral profunda suele ofrecerse con más frecuencia a las personas con estado avanzado de la enfermedad de Parkinson que tienen respuestas inestables a los medicamentos (levodopa).

En este sentido explicó que la estimulación cerebral profunda es eficaz para controlar las respuestas erráticas y fluctuantes a la levodopa, o bien para controlar las discinesias que no mejoran con los ajustes de los medicamentos.

“Si bien la estimulación cerebral profunda puede brindar un beneficio sostenido para los síntomas de la enfermedad de Parkinson, no evita que esta avance”, concluye la especialista.

Quién descubre la parálisis agitante

El nombre de la enfermedad de Parkinson se debe al médico inglés James Parkinson.

Dedicó parte de sus estudios a la gota, y publicó varios tratados sobre esta pero, en 1817 publicó el libro que le dio más fama “An Essay on the shaking palsyque”, que informaba seis casos de parálisis agitante, enfermedad que hoy lleva su nombre.