En el mercado de valores con el mejor desempeño del mundo, las cosas funcionan de manera un poco diferente a Wall Street. Nadie se queja de los vendedores a corto plazo que se lanzan para bajar los precios de las acciones, o de los comerciantes que pasan todos los días realizando una enorme cantidad de transacciones, relata Bloomberg. No existe horario que extiende la jornada de negociación durante todo el día, agrega.
En la Bolsa de Valores de Jamaica, en la costa de Kingston, los inversores solo tienen tres horas y media al día para comprar y vender acciones. Por lo tanto, las acciones jamaiquinas no están en fondos de inversiones de Nueva York y Londres, incluso tampoco en aquellos que se especializan en los mercado más emergentes como Kazajistán, Sri Lanka y Vietnam.
Sin embargo, el rendimiento de las acciones de Jamaica resultó ser una especie de faro para los inversores internacionales arriesgados. En 2018, el índice principal de la nación subió un 29 % en términos de dólares estadounidenses, el mayor crecimiento entre los 94 puntos de referencia nacionales seguidos por Bloomberg. En los últimos cinco años, las acciones de Jamaica subieron casi un 300 %, lo que es siete veces más que el índice S&P 500.
¿Cómo se explican estas ganancias?
¿Se trata de un “milagro económico del Caribe que el mundo entero no ha notado”? No exactamente: el crecimiento real de Jamaica ha promediado menos del 1 % en los últimos cuatro años. El mercado alcista (cuando los precios de los activos se mueven constantemente a nuevos máximos) es en parte una cuestión de matemáticas. No se necesita mucha inversión para hacer un pequeño auge en el mercado: el valor total de las 37 acciones en el índice principal de Jamaica es menos de 11.000 millones de dólares, por debajo de la capitalización de la red de restaurantes mexicanos Chipotle.
Pero también es la historia de Kingston y sus intentos incipientes de reinventarse como un centro financiero, incluso mientras trabaja para reducir la pesada carga de deuda que llevó al país al borde de la crisis hace una década.
Mercado para los suyos
La industria financiera de Jamaica se centra en el barrio de New Kingston, que no tiene nada que ver con la caricatura típica del país caribeño (playas inundadas de turistas o una pobreza aterradora). Pero aquí se pueden encontrar tiendas de Audi y Porsche, y cafeterías Starbucks.
En la última década, los activos del sector financiero de Jamaica se han triplicado y el número de instituciones se ha multiplicado por ocho, según cifras del FMI. Si bien Kingston sigue apareciendo regularmente en las listas de las ciudades más peligrosas del planeta, el Banco Mundial ahora clasifica a Jamaica como la sexta mejor nación en términos de la facilidad para comenzar un negocio.
“Si tuviera un megáfono a través del cual pudiera gritar a los inversores que es el momento de [invertir], lo haría”, dijo Uma Ramakrishnan, jefa de la misión del FMI en Jamaica. Algunos siguen su consejo: la empresa china Jiuquan Iron & Steel quiere invertir 6.000 millones para ampliar su planta de procesamiento de aluminio y desarrollar un parque industrial. Además, el número de jamaiquinos que tienen cuentas de corretaje ha aumentado del 5 % a más del 10 % en la última década.
El mercado de valores fue fundado hace 50 años por Edward Siaga, un jamaiquino graduado de Harvard que comenzó su carrera como productor musical en la década de 1950. En la década de 1960, fue uno de los primeros en grabar la música ska en vinilo. Más tarde incursionó política, convirtiéndose pronto en ministro de Finanzas del país.
En la década de 1970, Siaga sería el líder del Partido Laborista de Jamaica. La política de la nación en aquellos años se caracterizó por su violencia y constantes confrontaciones que dejaron muchas víctimas. Y uno de los legados de ese periodo turbulento es una enorme deuda nacional.
La deuda pública
Quizás el factor clave del crecimiento del mercado de valores de Jamaica ha sido el enfoque del país para reducir esa deuda pública. Durante mucho tiempo, la forma más obvia de obtener un beneficio en Jamaica fue prestarle dinero. Pero poco después de la crisis bancaria nacional en la década de 1990 y el pánico financiero global una década más tarde, la deuda nacional llegó a equivaler a un 145 % del tamaño de la economía del país.
Los pagos de intereses consumieron más de la mitad de los ingresos del Gobierno, afectando drásticamente a la financiación de proyectos sociales y de infraestructura. Los bonos de Jamaica eran altamente rentables. Pero eso eliminó otras opciones de inversión.
Jamaica siempre ha pagado su deuda sin problemas, pero la crisis financiera de 2008 lo puso en riesgo. La economía sufrió mucho: gastos turísticos, remesas, exportaciones de bauxita y de alúmina, todo comenzó a disminuir. Las calificaciones de deuda del país se redujeron y el dólar jamaiquino se desplomó. La nación se vio obligada a buscar ayuda del FMI.
Gracias la reducción de la tasa y la extensión de los plazos del préstamo, el tamaño de la deuda pública de Jamaica disminuyó del 145 % del PIB al 45 %. Dado que ahora el rendimiento de los bonos era menor, los inversores comenzaron a buscar nuevas oportunidades. Incluso en el mercado financiero.
Jamaica también ha tenido algo de suerte. Su economía está en alza. El desempleo cayó a 8,4 % en 2018, el dólar jamaiquino se mantuvo relativamente estable durante dos años. La inflación disminuyó del 9 al 4 %. El banco central del país incluso destacó estos éxitos al publicar una canción de reggae en Twitter con las palabras “una inflación baja y estable es para la economía lo mismo que la cuerda del bajo para el reggae”.