Kenneth Smith, de 58 años, fue declarado culpable y condenado a muerte por un asesinato en 1988 en Estados Unidos. En 2022, Smith sobrevivió a un intento de ejecución mediante inyección letal cuando no lograron aplicarla por vía intravenosa.
Las inyecciones letales se introdujeron en 1982 en Estados Unidos, el método de ejecución más común allí. Las inyecciones letales contienen uno o más fármacos, incluidos anestésicos, barbitúricos y agentes paralizantes (relajantes musculares).
Algunos estados usan fentanilo, un analgésico aproximadamente 50 veces más fuerte que la heroína y considerado, cada vez más, el responsable de muchas sobredosis accidentales de drogas.
Y ahora, en el estado estadounidense de Alabama, donde Smith ha estado recluido en el corredor de la muerte durante más de dos décadas, se intentó con éxito su ejecución, por segunda vez, utilizando un nuevo método conocido como hipoxia de nitrógeno.
¿Qué es la hipoxia de nitrógeno?
La hipoxia es una forma de asfixia. Los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. lo describen como “un estado en el que no hay oxígeno disponible en cantidades suficientes”. Y como es sabido, el oxígeno es necesario para respirar y vivir. Smith inhaló nitrógeno puro a través de una máscara respiratoria y estuvo conectado a un depósito de nitrógeno presurizado.
Hay mucho nitrógeno en el aire que nos rodea y no hay ningún problema cuando está en perfecto equilibrio con el oxígeno de la atmósfera. Pero cuando las concentraciones de nitrógeno aumentan demasiado y los de oxígeno disminuyen demasiado, es potencialmente letal.
Cuando Smith inhaló el gas, aumentó la concentración de nitrógeno en su cuerpo a niveles letales. Básicamente, el nitrógeno exprimió el oxígeno de su sistema respiratorio, privando de oxígeno a los tejidos y órganos y provocando un flujo sanguíneo bajo y, en última instancia, su muerte.
Nitrógeno en el aire que nos rodea
Respiramos nitrógeno todos los días: el aire que nos rodea, la atmósfera, está compuesto por aproximadamente un 78% de nitrógeno y sólo un 21% de oxígeno. El resto se compone de vapor de agua, argón, neón, helio, hidrógeno y xenón. Se les conoce como “gases permanentes”.
También hay una variedad de “gases variables” en la atmósfera, como el metano, el ozono y el dióxido de carbono, con concentraciones que pueden variar de un día a otro y de una región a otra. En una concentración del 78% en la atmósfera, el nitrógeno es seguro para respirar. Pero se vuelve peligroso y potencialmente fatal una vez que los niveles de nitrógeno alcanzan el 80% o más.
El problema es que no se pueden detectar niveles peligrosos de nitrógeno con el olfato. El gas nitrógeno es inodoro, incoloro, insípido e inerte. No reacciona con otras sustancias químicas y tampoco es inflamable ni explosivo. Por lo tanto, se necesitan detectores de gas especiales para detectarlo.
Hay que estar atento a los síntomas comunes de intoxicación por nitrógeno o deficiencia de oxígeno, especialmente si se trabaja en una industria que utiliza nitrógeno, lo que muchos hacen, por ejemplo, para protegerse contra la oxidación corrosiva.
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¿Qué sucede si se inhala demasiado nitrógeno?
Con un 16 por ciento de oxígeno, una persona puede experimentar un aumento del pulso y la frecuencia respiratoria y tener dificultades para concentrarse o coordinar sus movimientos.
Con el 14 por ciento puede experimentar una sensación anormal de fatiga o efectos sobre su estado emocional. Al 12,5 por ciento, una persona experimentará una grave incapacidad para respirar, lo que provocará daño cardíaco permanente, náuseas y vómitos.
Y por debajo del 10 por ciento, un persona no podrá moverse o experimentará convulsiones, pérdida del conocimiento y la muerte.
(rmr/jov)