La semana pasada más de 3,8 millones de trabajadores despedidos presentaron solicitudes de ayudas por desempleo, lo que eleva la cifra total desde el inicio de la crisis del coronavirus a cerca de 30,3 millones. El dato entregado este jueves por el Departamento del Trabajo, como todos los que ha revelado en las últimas seis semanas, arroja un escenario sin precedentes, en términos de la profundidad y la rapidez del impacto económico que están teniendo las medidas de cierre de locales y confinamiento para atajar la pandemia. Los economistas de JP Morgan pronostican que la tasa de desempleo en la primera potencia mundial puede alcanzar el 20% en abril.
La Reserva Federal advirtió este miércoles que la economía verá una caída “sin precedentes” en el segundo trimestre en Estados Unidos y necesitará más ayuda de la que ha recibido hasta ahora (tres billones de dólares) para recuperarse. Jerome Powell, presidente del Banco Central estadounidense, sostuvo que se espera que la próxima cifra de desempleo, que en febrero era la mínima en 50 años, alcance los dos dígitos. También aclaró que la Fed mantendrá los tipos de interés próximos a cero hasta que EE UU alcance los máximos de empleo y estabilidad de precios.
Los esfuerzos para atajar la propagación del virus han desmoronado en cuestión de semanas las cifras de crecimiento que venía acumulando Estados Unidos durante años. Con los cierres de empresas, fábricas, hoteles, restaurantes y pequeños comercios, entre otros, el país se enfrenta a una crisis que va encaminada a ser la más devastadora desde 1930. La economía retrocedió un 4,8% en el primer trimestre, poniendo fin al periodo de crecimiento más largo de la historia del país, según los datos publicados este miércoles por el Departamento de Comercio. La confianza del consumidor ha caído a su mínimo de seis años y las ventas minoristas sufrieron un retroceso récord en marzo del 8,7% debido a las medidas para controlar la propagación del brote.
Una de las aprehensiones de los economistas sobre las posibilidades de un repunte rápido, una vez que se levanten las medidas -como ya lo están haciendo algunos Estados-, tiene que ver con el comportamiento que tendrá el consumidor en la llamada “nueva realidad”. Incluso con las tasas de infectados controladas, las muertes a la baja y los Estados abiertos, es posible que los estadounidenses desconfíen de volver a comprar, viajar y otras actividades económicas.