Durante prácticamente toda su vida, el químico ha escrito su diario personal. Su rutina diaria incluía registrar adónde iba, con quién hablaba y qué comía. En la parte de arriba de cada página del día escribía su presión sanguínea.
Dos de esos diarios, llenos de notas escritas a mano, ahora son pruebas clave que podrían causar que Rusia sea vetada de participar en los próximos juegos olímpicos.
El químico es Grigory Rodchenkov, quien durante años ayudó a que los atletas rusos tuvieran una ventaja con el uso de sustancias prohibidas como jefe del laboratorio antidopaje de Rusia, y sus diarios —de los años 2014 y 2015, antes de que huyera a Estados Unidos— dan nuevos detalles sobre el esquema con el que los deportistas de ese país hicieron trampa durante las últimas olimpiadas de invierno y hasta qué punto el gobierno y funcionarios olímpicos estuvieron involucrados.
Sus notas, vistas en exclusiva por The New York Times, muestran un tema clave para los oficiales del comité olímpico: qué papel desempeñó el Estado ruso en el fraude deportivo. El Comité Olímpico Internacional (COI) ha indicado en los últimos días que las notas son auténticas y que probablemente serán utilizadas para decidir cómo castigar a los funcionarios del deporte en Rusia.
“La comisión disciplinaria no considera probable que estas páginas hayan sido reescritas o que, en ese momento, el Dr. Rodchenkov no haya representado fielmente la realidad como la veía”, indica un documento del Comité Olímpico Internacional publicado el 27 de noviembre.
La decisión al respecto será anunciada el 5 de diciembre. Incluso si no se prohíbe que Rusia compita en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang, Corea del Sur, es probable que sean omitidos los emblemas rusos: la bandera no sería ondeada en las ceremonias de apertura ni clausura, los atletas usarían uniformes neutros y no se escucharía su himno.
Esas restricciones, según han dicho los oficiales rusos, serían casi como un veto, por lo que considerarían no participar.
Junto con las declaraciones de Rodchenkov, los diarios detallan las discusiones específicas sobre cómo hacer trampa que el químico sostuvo con diversos funcionarios, entre ellos Vitaly Mutko, quien en ese entonces era el ministro de Deportes y ahora es el vice primer ministro ruso; con Yuri Nagornykh, exviceministro de Deportes e integrante del Comité Olímpico de Rusia; e Irina Rodionova, la exsubdirectora del centro de preparación atlética de los equipos nacionales.
El 13 de enero de 2014, por ejemplo, Rodchenkov escribió que el asistente de Rodionova le había llevado un coctel de drogas conocido como la “duquesa”: una mezcla de tres tipos de esteroides anabólicos con vermouth para martinis. Rodchenkov había ideado el trago para que lo tomaran los atletas durante los juegos olímpicos y Rodionova lo preparó y distribuyó a entrenadores y deportistas, según las investigaciones.
El asistente “llegó con muchas noticias. También trajo un martini recién hecho, que me tomé de inmediato”, escribió Rodchenkov, quien frecuentemente probaba las drogas para documentar sus efectos.
Durante la siguiente semana, conforme se acercaban las Olimpiadas de Sochi, escribió —junto con detalles sobre su nuevo teléfono celular de Samsung y críticas de la comida de la cafetería del comité olímpico nacional— su frustración con oficiales que no habían planeado bien el transporte desde Moscú de cientos de mililitros de orina limpia que los atletas habían almacenado durante meses en botellas viejas de refresco y que serían usados para lo que el químico llamaba “el plan Sochi”.
“No entienden bien el plan, ¡es una pesadilla!”, escribió el 29 de enero, un día después de que dos atletas rusos reprobaron una prueba antidopaje en Austria. “Mutko está estresado por el biatlón, las cosas se salen de control y es un caos”.
El 1 de febrero siguió las instrucciones que le dio Nagornykh, el viceministro de Deportes, la noche anterior para revisar el edificio al lado de su laboratorio en Sochi. Escribe que en la instalación, presuntamente controlada por el servicio de seguridad federal ruso, encontró las muestras de orina limpia, pero que le enfureció que no estaban ordenadas según el deporte o el apellido de los atletas.
“Terminé haciendo un inventario”, escribe.
Después, el 3 de febrero —a cuatro días de las olimpiadas— Rodchenkov escribe que se reunió con Mutko para presentar la lista entera de quiénes habían ingerido la “duquesa” y cuya orina sería cambiada por la limpia que habían guardado. En esa reunión, según los diarios, el entonces ministro de Deportes sugirió que el laboratorio para las olimpiadas se mantuviera abierto incluso después de los juegos de Sochi para experimentos adicionales.
“Tratamos todos los asuntos”, dice la entrada del diario. “Quiere preservar Sochi como una instalación de respaldo”.
El programa para encubrir el dopaje, reportado el año pasado en varias investigaciones periodísticas, ya ha sido aceptado como un hecho por varios funcionarios de alto nivel del COI, pese a que las autoridades de Rusia han sido cada vez más enfáticas en negar su existencia.
Este otoño, Rodchenkov fue acusado en Rusia de abuso de autoridad y el país dijo que solicitaría su extradición. Los funcionarios han dicho que el químico actuó por sí solo al alterar unas cien pruebas de orina durante Sochi, lo que ya ocasionó que los oficiales olímpicos le exigieran que Rusia regrese once medallas. “Uno no puede robarse una victoria que ya fue ganada”, dijo al respecto un portavoz del Kremlin.