Cabe en la palma de una mano. Un esqueleto de apenas 15 centímetros de alto con cabeza alargada hizo pensar que se tratara de un ser de otro mundo. Esta diminuta momia hallada en 2003 en un pueblo abandonado en el interior del desierto de Atacama, en Chile, despertó muchas incógnitas a las que ahora ha dado respuesta su ADN.
Su corta estatura, menos costillas de las esperadas, cráneo alargado y edad ósea acelerada, llevó a especulaciones de que se trataba de un primate o incluso un extraterrestre.
Todas estas hipótesis han sido rechazadas. “Ata” es un especímen 100% humano. Se trata de una niña mestiza, cuyos genes revelan varias mutaciones que influyeron en el crecimiento de sus huesos y cartílagos.
“Ata es una hembra de origen humano, probablemente de ascendencia chilena, y su genoma alberga mutaciones en los genes (COL1A1, COL2A1, KMT2D, FLNB, ATR, TRIP11, PCNT) previamente ligadas con enfermedades de baja estatura, anomalías en las costillas, malformaciones craneales, fusión articular prematura y osteocondrodisplasia (también conocida como displasia esquelética)”, explica el estudio publicado en la revista Genome Research.
Esta publicación pone broche a un profundo análisis genético que ha terminado despejando el misterio y narrando la trágica historia de la niña.
Respecto a la pregunta de su procedencia, sus genes indican una mezcla de poblaciones europeas y andinas.
Los investigadores aseguran que una vez termine de ser estudiada para la ciencia, será enterrada de acuerdo con las tradiciones de los pueblos de Atacama.