Tienden camas en hoteles de todo Estados Unidos. Recolectan naranjas en Florida, fresas en California y vegetales en Ohio. También han construido nuevas subdivisiones en Phoenix, Atlanta y Charlotte.
Desde hace mucho tiempo, los encargados de hacer política en Estados Unidos han hablado de detener el flujo de trabajadores sin documentos. No obstante, la economía ahora depende más de ellos; ponerle fin a este tipo de inmigración, según muchos estudiosos del tema, podría provocar la pérdida de empleos en general, el cierre de algunas empresas y la contracción de la economía estadounidense.
En años recientes, la seguridad fronteriza se ha vuelto una cuestión mucho más estricta, mientras que una economía más fuerte ha reducido el desempleo. Muchos empleadores, en especial los que ofrecen trabajos con salarios bajos, afirman que no tienen muchas opciones además de contratar trabajadores sin documentos legales.
Resulta que el presidente Donald Trump se encuentra entre la espada y la pared si quiere lograr el equilibrio entre seguridad fronteriza y prosperidad económica.
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El presidente se comprometió a erigir un muro con México para evitar el ingreso de inmigrantes indocumentados y ha redoblado los esfuerzos para deportar a los que ya se encuentran en Estados Unidos. Su gobierno ha realizado auditorías de nómina y redadas en lugares de trabajo, con las cuales han sido arrestados miles de trabajadores.
Sin embargo, hace poco cuatro personas sin permiso de trabajo legal se identificaron como empleados del club de golf de Trump en Bedminster, Nueva Jersey. La base de datos federal E-Verify sugiere que la Organización Trump no aplica los procesos más estrictos de verificación al revisar los documentos de sus empleados en muchos otros inmuebles de todo el país, por lo que es muy probable que contrate empleados no autorizados.
Al igual que muchos otros trabajadores no autorizados que se encuentran por todo el país, los antiguos empleados de Bedminster entrevistados por The New York Times admitieron haber presentado green cards y tarjetas de seguridad social falsificadas para obtener el empleo.
La Organización Trump se comprometió a despedir a los trabajadores no autorizados que descubra en su nómina, por lo que no se sabe cuál será el destino de aquellos que no cuentan con documentos de trabajo legales. Lo que sí está claro, sin embargo, es que en una época de desempleo muy bajo, del 3,7 por ciento a nivel nacional, es posible que al club de golf de Trump se le dificulte contratar empleados legales para remplazar a aquellos no autorizados que llegue a despedir.
Muchos inmigrantes no autorizados ya están en el mercado laboral
Alrededor de ocho millones de los casi once millones de inmigrantes que se encuentran sin autorización en Estados Unidos (que son menos de los 12,2 millones que había en 2007) participan en el mercado laboral. Representan alrededor del cinco por ciento de los trabajadores totales en Estados Unidos, según el Centro de Investigaciones Pew.
“Nuestra economía ha absorbido a estos trabajadores y los patrones querrían más, en vista de lo baja que está la tasa de desempleo”, afirmó Madeline Zavodny, economista de la Universidad de Florida del Norte y experta en la economía de la inmigración.
Los inmigrantes no autorizados están sobrerrepresentados en empleos que requieren poca preparación, como la agricultura, la construcción y el cuidado infantil.
Con frecuencia, a los patrones les resulta difícil cubrir estas vacantes con ciudadanos estadounidenses.
Anabel García, inmigrante no autorizada originaria de México, trabaja en los viñedos del condado de Sonoma en California, donde le pagan alrededor de quince dólares la hora. Al final de la temporada cada año, se dedica a limpiar casas y vinaterías por alrededor de veinte dólares la hora. Su esposo, Jorge Romero, trabaja cerca, en las tierras de pastoreo para vacas.
“Podemos realizar cualquier trabajo”, dijo García, de 39 años. “No hay estadounidenses en los campos”.
Subir salarios no es solución suficiente
¿Qué sucedería si se fueran todos los inmigrantes no autorizados?
Steve Camarota, director de investigación del grupo Center for Immigration Studies (CIS, o centro de estudios migratorios), que apoya el freno a la inmigración, cree que el aumento a los salarios podría ser una motivación para que muchos estadounidenses en desempleo crónico regresen a trabajar.
No obstante, los salarios no son el principal problema, según algunos economistas, porque no habría suficientes estadounidenses dispuestos a aceptar trabajos de obreros.
“No todos estarán dispuestos a realizar el trabajo sucio”, explicó Chris Tilly, economista laboral en la Escuela Luskin de Relaciones Públicas en la Universidad de California, campus Los Ángeles, porque las expectativas y el estatus también son consideraciones importantes al buscar empleo.
Quizá esos ciudadanos estadounidenses prefieren un empleo con un salario bajo dentro de un centro de distribución de Amazon en vez de instalar tejas en los techos.
Una encuesta realizada a finales de 2017 por la asociación Associated Contractors of America reveló que el 70 por ciento de las constructoras tenían problemas para contratar reparadores de techos, albañiles y electricistas, entre otros empleados. El sector de hotelería y servicios de alimentación reportó un número récord de vacantes en octubre de 2018.
Los efectos de cerrar la frontera en el crecimiento económico
Históricamente, la regulación de la frontera con México, la principal fuente de migración, “siempre se ha basado en las necesidades de la economía”, dijo Tilly.
Eso ya no ocurre con tal regularidad en el gobierno de Trump, que ha intentado evitar los cruces ilegales de la frontera por todos los medios posibles.
Giovanni Peri, economista que estudia la inmigración laboral en la Universidad de California, campus Davis, señaló que si ocurriera un recorte real de la inmigración no autorizada, la economía de Estados Unidos se contraería. Advirtió que no solo afectaría a los inmigrantes, pues su trabajo sostiene a sectores que emplean a muchos estadounidenses.
“Algunos sectores, como el de la construcción, la agricultura, la vivienda y los servicios personales, sufrirían una reducción drástica”, dijo Peri. “Algunas empresas cerrarían y optarían por reubicarse. Se perderían empleos. Algunos pueblos y ciudades verían desaparecer a la mitad de su población”.
“Definitivamente, dispararía una recesión”, enfatizó. “Se perderían muchísimos empleos”.
Los inmigrantes no autorizados representan alrededor del 24 por ciento de los trabajadores agrícolas, pesqueros y forestales en territorio estadounidense, además del 15 por ciento de los empleados del sector de la construcción, la industria que contrata a más trabajadores inmigrantes no autorizados (1,35 millones en total).
En 2016, casi una cuarta parte de los empleados de restaurantes eran extranjeros, en comparación con el total de un 18,5 por ciento para todos los sectores, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales recopilados por la Asociación Nacional de Restaurantes. Lo más probable es que una gran proporción sean no autorizados, según los economistas.
“Estos trabajadores, en general, tienen una gran experiencia y muchas habilidades”, indicó Craig Regelbrugge, vicepresidente sénior de Defensa e Investigación de la industria en AmericanHort, organismo que representa al sector de la enfermería. “Son vitales por completo para las granjas, las empresas y las economías rurales”.
“Cada trabajo que realizan sostiene entre dos y tres empleos en la economía, así que, aunque pocos estadounidenses quieren este trabajo en el campo y las granjas, los empleos de muchos estadounidenses y muchas comunidades dependen de sus aportaciones”.