Al echar un rápido vistazo a los títulos de los informes especiales que bancos de inversión, gestoras de fondos y brókers han elaborado para explicar cómo creen que será 2019 desde el punto de vista económico, se percibe que serán 12 meses más complejos que los 12 meses que estamos a punto de dejar atrás. Hay quien tira de refranes para encabezar los documentos: “No es la caída lo que te mata. Es el aterrizaje”; algunos recurren a títulos de canciones (“Riders on the storm”, jinetes en la tormenta); mientras que otros van directamente al grano: “Se avecinan turbulencias”. Y es que hay un consenso bastante generalizado sobre que 2019 será otro año de crecimiento mundial, aunque a una velocidad inferior a la de los últimos ejercicios.
“El crecimiento alcanzó su punto máximo en 2018, pero los principales indicadores siguen siendo sólidos”, según Stefan Kreuzkamp, responsable de DWS. Esta opinión es compartida por Michael Strobaek, economista jefe de Credit Suisse: “2019 se perfila como otro año de crecimiento, aunque a niveles un poco más bajos que en los últimos años”. El PIB mundial cerrará este año con una mejora cercana al 3,7%. En cambio, la previsión para el próximo cursocontempla pronósticos que van desde el 2,9% hasta el 3,7% que augura el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta horquilla tan amplia en las quinielas sugiere que las incertidumbres se acumulan sobre las hojas de cálculo de los expertos. Cualquier cisne negro puede cambiarlo todo.
A pesar de la ralentización de la actividad, hasta cierto punto lógica tras una fase expansiva tan larga, ninguno de los expertos consultados vislumbra una recesión a corto y medio plazo. “Si bien en junio de 2019 el ciclo actual en EE UU se convertirá en el más largo de la historia, hay que tener en cuenta que la recuperación de la economía ha sido mucho más moderada que en ciclos expansivos pasados. Además, tanto en Europa como en Japón el ciclo no es tan maduro y queda recorrido. La experiencia vivida en países como Canadá o Australia demuestra que los ciclos económicos no mueren por el mero hecho de que sean muy largos”, argumentan desde Banca March.
Tras un par de años de crecimiento mundial sincronizado, parece que se volverá a producir una divergencia en el grado de desarrollo de los diferentes países. Los analistas consultados creen que EE UU será, una vez más, la locomotora que tire de la economía mundial. En 2018 el crecimiento estadounidense rozará el 3% gracias a los estímulos fiscales, un factor que también será determinante para que el alza del PIB en 2019 se sitúe en torno al 2,5%, aunque avanzado el año este viento de cola irá perdiendo efecto en un entorno monetario cada vez más restrictivo. “El ritmo de desaceleración en EE UU debería ser menos pronunciado que en otras zonas”, señalan en UBP. “La inversión y la demanda interna se apoyarán en la reforma fiscal y en unos tipos de interés que, aunque suben, siguen siendo bajos. Además, algunos planes de infraestructuras presentados al inicio de la presidencia de Donald Trump podrían ser estudiados de nuevo e incentivar si fuera necesario el crecimiento de la demanda desde el sector público”, agregan.