n uno de los momentos más duros y delicados para cualquier ser humano, como es decir adiós definitivamente a un familiar o allegado, el coronavirus no da la más mínima tregua. Empresas funerarias colapsadas, fallecidos que se cuentan por decenas de miles y unas medidas extraordinarias para celebrar velatorios, entierros y funerales complican aún más sobrellevar el duelo. Ni besos, ni abrazos, ni acompañar en los últimos días y horas. Como mucho una llamada para que dos personas como máximo recojan las cenizas en el crematorio. En un intento por humanizar las despedidas, diferentes startups han puesto la tecnología al servicio de estos afectados por la pandemia.
Eternify pone a disposición de las familias, gratuitamente, un velatorio virtual personalizado para que las familias lo compartan y rindan sus homenajes con imágenes, vídeos y textos. Como explica su CEO, Francisco Guerrero, se trata de un libro de condolencias digital al que se accede a través de su web. “Se crean conversaciones a partir de los recuerdos que van subiendo. Las típicas charlas y muestras de afecto que se producen en los tanatorios y cementerios se llevan a lo virtual”, añade.
El funcionamiento no requiere de grandes dotes digitales. Una vez en su página, introducimos un correo electrónico, el nombre del difunto y un teléfono para crear un perfil de administrador. Desde este espacio se gestiona todo. No es necesario descargarse ninguna app ni tampoco un programa específico. “Estamos teniendo más libros que nunca y más intensidad en las interacciones. Tenemos entradas hasta desde Colombia”, asegura.
Y es que la excepcionalidad es la norma impuesta por la crisis del coronavirus. Una norma tan enrevesada que casi no deja espacio físico para el duelo. Muertes traumáticas, irreales para buena parte de quienes las sufren. Valeria Moriconi, coordinadora del apoyo al duelo del Colegio de Psicólogos de Madrid, afirma que iniciativas así ayudan a crear otro concepto de despedida, pero igualmente válido. “Si estamos imposibilitados para participar en ritos funerarios, tenemos que movilizar todo tipo de recursos. En el ámbito psicológico no solo es importante rendir homenaje, sino también recibir el apoyo de quienes han querido al fallecido”, precisa.
Mi Legado Digital es otro proyecto que años atrás se acercó al sector funerario de la mano de la innovación. Judith Giner, directora ejecutiva de la startup, cambió la venta de seguros de decesos puerta a puerta por el emprendimiento tecnológico. Gratuitamente, las familias acceden a un velatorio digital, compuesto por una biografía y un libro digital conmemorativo. En su caso, la diferencia con respecto a otras iniciativas son los códigos QR. Los envían a los domicilios por si alguien quiere adherirlos a la lápida, el ataúd o la urna. “Acercas el móvil y visualizas todo lo que han compartido. Lo adaptamos al diseño para que no sea algo tan feo”, zanja.
Apoyarse en las redes sociales
Más allá de proyectos concretos, las redes sociales también se han convertido en un espacio recurrente de conmemoración. Moriconi entiende que lo relevante es que empleemos cualquier medio que tengamos a nuestro alcance. Al final se trata de naturalizar un hecho ya de por sí trágico en unas circunstancias dramáticas. Por Twitter y Facebook comienzan a aparecer fotos de fallecidos por coronavirus con textos exponiendo lo que han representado en sus vidas. “Hay infinidad de posibilidades. No hay una válida por encima de las demás. En WhatsApp, por ejemplo, podemos compartir en un grupo anécdotas, fotos encendiendo velas o fotos. Lo más importante es que nos reconforte”, razona.
Guerrero y Giner coinciden en que su voluntad actual simplemente pretende dar un toque de humanidad ante tanto colapso y catarsis. No obvian que la gran mayoría de los fallecidos tienen una edad avanzada, pero esto no imposibilita acudir a soluciones tecnológicas. El CEO de Eternify concede la existencia de cierta brecha digital según quién le contacta. “Los más mayores son más escépticos, aunque en seguida ven que es algo sencillo de manejar. Lo único que buscamos es facilitar que los familiares comiencen a asimilar el fallecimiento”, concluye.
Ante la demanda que viven de sus servicios, no disponen de demasiado tiempo para pensar en cómo evolucionarán sus compañías. Nadie se atreve a poner fecha de caducidad a los rigores de la pandemia. Tan novedoso es el contexto que también cuesta interpretar si esta nueva forma de afrontar el duelo ha llegado para quedarse. Por el momento, toda ayuda es poca para tal nivel de excepcionalidad. “Hay veces que no sabemos si algo nos hará bien o nos dejará igual. Frente a la duda, siempre es mejor conectar con el fallecido. Si encontramos estos momentos para conectar emocionalmente con la persona, nunca nos va a venir mal”, determina Moriconi.