La ciencia ficción ha intercambiado durante mucho tiempo la idea de la manipulación de la memoria.
Desde la edición en memoria masiva en Dark City hasta la eliminación más precisa de la memoria del neurural en Men In Black, hay decenas de historias imaginativas ambientadas en mundos donde los humanos pueden alterar directamente la memoria de una persona.
Dos nuevos estudios notables sugieren que este concepto de ciencia ficción puede ser completamente posible, describiendo los primeros experimentos de prueba de concepto que muestran cómo podemos aumentar o debilitar el impacto emocional de los recuerdos traumáticos.
Estos dos nuevos estudios se centran en afecciones como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), donde un recuerdo negativo o traumático se ha vuelto tan poderoso que afecta profundamente la capacidad de una persona para funcionar en la vida cotidiana.
Entonces, el desafío es cómo manipular estos recuerdos traumáticos encontrando formas de suprimirlos o editarlos eliminando cualquier vínculo emocional fuerte y negativo.
La droga que borra la memoria. El primer estudio examinó el efecto en la memoria de un anestésico de uso común llamado propofol, que durante mucho tiempo se ha asociado con el deterioro de la memoria a corto plazo.
Los estudios han revelado que el sedante tiene la capacidad de inducir una especie de amnesia en algunos pacientes, por lo que un equipo de investigadores se preguntó si este mecanismo podría aprovecharse para suprimir activamente los recuerdos negativos cargados emocionalmente.
La idea es que cuando se reactiva una memoria, debe reconsolidarse en el cerebro. El proceso es similar a sacar un archivo de un archivador, revisarlo y luego volver a colocarlo. La hipótesis es que una memoria es susceptible de modificaciones en el punto en que nuestro cerebro la está reconsolidando.
Entonces, si se administra en un momento específico, puede ser posible usar propofol para debilitar, o incluso borrar, una memoria negativa. Para probar esto, un equipo de investigadores tomó 50 sujetos sanos y les mostró dos presentaciones de diapositivas narrativas diferentes.
La fase intermedia de ambas presentaciones de diapositivas contenía contenido emocionalmente negativo diseñado para preparar una memoria negativa en el sujeto. Una semana después, los sujetos volvieron a los investigadores y se reavivaron y discutieron los recuerdos de la primera presentación.
Tan pronto como se reactivó esta memoria, a los sujetos se les administró una dosis sedante de propofol.
A partir de este punto la cohorte se dividió en dos grupos.
Un grupo fue interrogado acerca de sus recuerdos de las dos presentaciones de diapositivas diferentes inmediatamente después de despertarse, mientras que al segundo grupo se le hicieron las mismas preguntas, pero 24 horas después.
Interesantemente, el grupo cuestionado inmediatamente después de despertarse de la sedación reportó recuerdos precisos e inalterados de ambas presentaciones de diapositivas, mientras que el grupo cuestionado 24 horas después reportó resultados muy diferentes. Un día después de la sedación con propofol, los sujetos informaron sobre un deterioro significativo en sus recuerdos de la presentación que se reavivó antes de la sedación, pero no en la presentación que no se reactivó.
Aún más importante, los recuerdos de los sujetos de la presentación reavivada no se borraron completamente, pero los impedimentos se dirigieron específicamente a las partes negativas de la memoria.
Este resultado intrigante demostró cómo las asociaciones negativas a ciertas memorias pueden ser potencialmente eliminadas durante una fase de reconsolidación de la memoria y este mecanismo puede activarse específicamente usando propofol. Por supuesto, aún no se ha estudiado si estos efectos duran más de 24 horas, pero la prueba de concepto es sólida.
Estamos muy lejos de poder hacer esto en humanos, pero la prueba de concepto está aquí”, concluye Briana Chen. “Como a Steve [Ramírez] le gusta decir, ‘nunca digas nunca’. Nada es imposible.” El estudio de propofol fue publicado en la revista Science Advances. El estudio del hipocampo fue publicado en la revista Current Biology.
Fuente: Universidad de Boston