Después de un año y medio de espera para el estreno de la octava temporada, y teniendo presente el alto presupuesto con el que cuenta Juego de Tronos, los espectadores creían que la tanda final de la aclamada serie de HBO sería perfecta en todos los sentidos. Pero eso era antes de descubrir un error garrafal en una mesa de Poniente y un último desliz a los pies de Samwell Tarly.
Si en el cuarto episodio la audiencia encontró un vaso de café de la marca Starbucks en uno de los planos de Invernalia, donde los protagonistas celebraban que el Rey de la Noche y su ejército de Caminantes Blancos había sido aniquilado, en el capítulo final de la serie creada por David Benioff y D. B. Weiss se ha descubierto un gazapo que destroza el título.
Y es que una botella de agua mineral, un producto del presente y por tanto inconcebible en la trama de una historia de fantasía medieval, se ha colado en una de las escenas finales de la trama sumándose a la innumerable lista de errores que se han apreciado en la octava temporada.
El error en cuestión se produce cuando Samwell Tarly está reunido con el consejo de los señores y señoras más poderosos de las casas para proclamar al nuevo rey de los Siete Reinos tras el asesinato de Daenerys Targaryen a manos de Jon Snow. Lo más sorprendente de esta escena es que a los pies del personaje encarnado por John Bradley-West se esconde una botella de plástico que seguramente el propio actor o algún otro compañero bebió entre toma y toma.