Mientras Boris Johnson está en la UCI de un hospital de Londres, el Gobierno británico admite un gran fiasco, otro más en Europa, con los test para la detección rápida del coronavirus. Ninguno de las 17 millones y medio de pruebas de anticuerpos comprados por Downing Street es lo suficientemente fiable para ser utilizado.
Los problemas con material sanitario importado de China empiezan a ser la norma en esta crisis sanitaria internacional. Antes de Reino Unido, España ya admitió un ‘timo’ con los test de detección rápida que había adquirido a la empresa Bioeasy no pasaron los controles de calidad de las autoridades sanitarias, mientras desde Pekín se indicaba que dicha compañía no tenía la licencia específica para vender estos productos.
1.330 millones en exportaciones
En aquella ocasión fueron 640.000 kits defectuosos y China optó por poner un poco de orden en la maraña de empresas que ofrecían sus materiales en un mercado muy tensionado y al límite por la alta demanda de estos productos para dar la batalla contra el coronavirus. El problema, a la vista de lo ocurrido este lunes en Reino Unido, parece persistir.
A finales de marzo, Países Bajos también se vio obligado a devolver a China un cargamento de 1,6 millones de mascarillas al comprobar que no cumplían los estándares de seguridad. Según el Ministerio de Sanidad holandés, el modelo de mascarilla permitía que un 95% de las partículas se filtraran y no eran “seguras” para los sanitarios, primera línea de batalla en esta pandemia.
El ‘timo’ de las mascarillas y los tests defectuosos no ha impedido a China, la fábrica del mundo, seguir comercializando material sanitario a todo el mundo sin apenas rivales. Las cifras hablan por sí solas.
Según los datos del responsable de los servicios aduaneros, Jin Hai, desde el 1 de marzo, China ha exportado a una cincuentena de países 3.860 millones de mascarillas, 37,5 millones de trajes de protección, 16.000 respiradores y 2,84 millones de kits de detección de la Covid-19. El total de las exportaciones en este período, un mes aproximadamente, sube a 10.200 millones de yuans, es decir, unos 1.330 millones de euros.
Estrategia fallida
El Ejecutivo británico, que había vendido la compra masiva de tests como una “revolución” en la estrategia contra la pandemia, ha tenido que reconocer que está pidiendo el reembolso de estos kits fallidos y que ya renegocia con los proveedores para intentar conseguir una partida que sí pueda ser eficaz.
John Newton, el responsable de test de las autoridades sanitarias, concretó que el material comprado en China sólo es capaz de detectar con precisión el virus en las personas que presentan “síntomas graves”, según recoge The Times.
El doctor John Bell, profesor de Medicina de la Universidad de Oxford, ha confirmado el mal funcionamiento de estos test, de los que no se ha facilitado su procedencia exacta: “Los que hemos comprobado no funcionan, lamentablemente. Hemos detectado falsos negativos y falsos positivos”
En vez de lanzarse al mercado para acopiar tests de detección rápida, el Gobierno británico quiere ahora trabajar con otras compañías médicas para mejorar la eficacia de los test de anticuerpos. Newton, el científico al que Downing Street ha encargado supervisar la estrategia de control de la epidemia, ha indicado que hará falta “al menos un mes” hasta que den con un método eficaz para diagnosticar a la población.
El Ejecutivo de Boris Johnson, por boca de su ministro de Sanidad, había prometido realizar hasta 100.000 test al día este mes de abril. Llegaron incluso a indicar que serían repartidos a los ciudadanos vía Amazon o a través de la popular tienda de parafarmacias Boots. La mercancía que será devuelta a China da al traste con la ambiciosa estrategia que había diseñado Downing Street: test masivos para aislar a los positivos y levantar el confinamiento lo antes posible para evitar una herida de muerte a la economía británica.