Cuando Matthew Carter, de 12 años, vio la cantidad de azúcar que contenía su bebida gaseosa favorita, decidió involucrar a su familia en un experimento.
Tomó unos tazones y todos los días, durante cinco semanas, puso en cada uno la cantidad diaria de azúcar recomendada para cada uno.
Luego pidió a sus padres, su hermano y su hermana que cuando comieran algo verificaran la cantidad de azúcar que contenía, y sacaran esa cantidad del tazón y la devolvieron al tarro de azúcar original.
Cuando sus tazones estaban vacíos, no podían consumir más azúcar ese día.
La cantidad diaria recomendada de azúcar para un niño de 4 a 6 años es cinco cubos, que se elevan a siete para cualquier persona mayor de 11 años.
Según Public Health England (PHE), los niños están excediendo el consumo máximo de azúcar recomendado para una persona de 18 años cuando tienen 10 años. Dice que los niños consumen ocho cubos de azúcar más al día de lo que deberían, eso es 2.800 cubos de azúcar más al año.
La madre de Matthew, Claire, le explicó a la BBC cómo se produjo el experimento, realizado hace dos años.
“Todo comenzó porque Matthew no estaba pudiendo dormir y por eso medimos la cantidad de azúcar en la lata de bebida gaseosa que le gustaba. Eran alrededor de cuatro cucharaditas”.
Matthew, un entusiasta fanático del fútbol, también había leído que para los deportistas la alimentación saludable era una parte importante para mantenerse en forma.
Había notado que sus amigos aumentaban de peso y lo relacionó con el chocolate que estaban comprando después de la escuela.
Poco después de que comenzara el experimento, Claire comenzó a ver cambios en el comportamiento de sus hijos.
El segundo día, Sarah, que tenía seis años, anunció que no quería azúcar en su cereal de desayuno porque consumir tanto de lo que tenía permitido tan temprano haría que aguantar todo el día fuera más difícil.
Sarah comenzó a comer fruta y ya no lloraba si le decían que no podía comer algo dulce como una galleta.
“Debido a que podía ver su consumo diario de azúcar en el tazón, el concepto de una cucharadita empezó a cobrar sentido para ella”, cuenta Claire.
“El acto mismo de sacar el azúcar del tazón y meterlo en el frasco significaba que podía ver la cantidad de azúcar en lo que estaba a punto de comer”.