Esta es una historia de detectives inusual.
En 2015, el rapero Ludacris compartió con sus millones de seguidores la imagen que ves arriba.
Originalmente se había publicado en la página de Facebook del departamento de policía en el condado de Franklin, Kentucky, en Estados Unidos.
Decía:
“Atención, traficante de drogas
¿La competencia le está costando dinero?
Ofrecemos un servicio gratuito para ayudarlo a eliminarla“
Y luego, bajo esa hoja de marihuana grande, había una serie de opciones para identificar a la competencia -como nombres, números de teléfonos, direcciones, descripciones de sus vehículos o los horarios en los que operaban-.
Los vendedores de drogas podían mandar esa información por correo electrónico, texto o llamando por teléfono.
¿Se habían vuelto locos?
Definitivamente no.
A los traficantes les convenía, le dijo el sheriff Pat Melton a la BBC.
“Obviamente, entre más rivales eliminaran, más ventas y ganancias tendrían… y cuánto mejor si era la policía la que se encargaba de sacar a la competencia del juego”.
Por supuesto, si la oficina del sheriff se iba a encargar de ayudarles a los traficantes de drogas a enriquecerse más, ellos se iban a encargar de ayudarle a la policía a encontrar a los otros vendedores.
¿Realmente funcionó la táctica?
“Sí. Fue algo muy simple de hacer y, al final, si tenemos narcotraficantes entregando narcotraficantes, eso es una victoria”, señaló Melton.
Un viejo truco
Lo que el sheriff Melton hizo fue forzar a los traficantes de drogas locales a participar en el acertijo más famoso de la Teoría de juegos.
Se llama el dilema del prisionero, y, aunque no tenga nada de divertido, es un juego, entendido como un modelo matemático para analizar el comportamiento.
Demuestra muy claramente los peligros de caer en una situación en la que solo puedes perder cuando actúas en beneficio de tus propios intereses.
Piénsalo así:
Imagínate que el sheriff Melton arrestó a un par de personajes, y tiene evidencia para acusarlos de posesión de drogas, pero la única manera de culparlos de traficar es si logra que se delaten mutuamente.
Entonces, los pone en dos celdas separadas y les da a ambos su ingenioso anuncio.
Sin saber lo que hará el otro, cada uno de los sospechosos deberá decidir si…
- mantener su boca cerrada y esperar que el otro haga lo mismo, en cuyo caso cada uno iría a prisión por 1 año por posesión
- delatar al otro, pensando que el otro hará lo mismo, con lo que cada uno recibiría una condena de 3 años
- o delatar al otro y confiar en que el otro no hablará, pues el delatado pagaría 5 años de cárcel y el delator saldría libre
El dilema de los prisioneros es que el destino de ambos depende de la decisión del otro.
¿Qué hacer?
Lo mejor para ambos sería que ninguno hablara, pues irían a la cárcel por un año.
Pero el riesgo es muy alto: callar y ser traicionado significa 5 años de cárcel.
Para evitar ser el tonto de la jugada, la única solución estable para ambos es delatarse uno al otro.
El sheriff Melton gana, los vendedores de droga pierden.
Ese escenario infeliz para los participantes, en este caso involuntarios, se llama el Equilibrio de Nash.
Es una prueba bellamente simple que fue publicada en 1950 por el matemático John Nash, cuando tenía poco más de 20 años.
Ganó un Premio Nobel, y transformó el análisis de ganar.
La Teoría de juegos puede ser descrita como el estudio matemático de la toma de decisiones, de conflicto y estrategia en situaciones sociales.
Ayuda a entender cómo interactuamos en procesos de toma de decisiones claves.
Lo que Nash demostró fue que en una situación con varios resultados posibles, como está, donde las personas no pueden o quieren cooperar, siempre hay una estrategia por la que es mejor optar.
Ahora, en el caso del dilema del prisionero, paradójicamente, esa estrategia termina con todos perdiendo.
Todos quieren ganar delatando a su competencia, y todos quieren evitar ser el tonto que pierde más.
Como resultado, todos terminan yendo a la cárcel.
Nadie quiere ser el tonto
La razón por la cual la prueba de Nash es tan importante es porque este tipo de dilemas aparecen constantemente en la vida real debido a que nuestros intereses individuales a menudo chocan con los de los demás y los de la sociedad.
Si lo piensas, ¿cuántas veces has estado en una situación en la que no quisiste alterar el equilibrio de las cosas por temor a perder?
Tal vez has tenido un trabajo en el que terminaste quedándote más y más tarde solo porque todos los demás lo estaban haciendo, y no querías parecer perezoso.
Quizás has dejado pasar algún comentario racista o sexista sin condenarlo solo porque no querías hacer un escándalo.
O has esperado y esperado antes de decirle a alguien que le amas, solo porque si lo dices primero y no eres correspondido, terminarías sintiéndote desconsolado.
Nadie quiere ser el tonto, ¿cierto?