La habitan en la actualidad unas 9.000 personas y ostenta el título de “muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima villa”.
Allí ocurrió hace 525 años un hecho histórico que determinó la configuración política y territorial de América, dividió al mundo en dos hemisferios y definió la lengua y la cultura de millones de personas.
Esa localidad se llama Tordesillas, se encuentra al norte de Madrid.
Allí fue donde el 7 de junio de 1494 las dos grandes potencias de la época, Castilla y Portugal, llegaron a un acuerdo para repartirse las zonas de navegación del océano Atlántico y los territorios del ‘nuevo mundo’.
Un año antes, en marzo de 1493, Cristóbal Colón había regresado a Castilla con una noticia sorprendente.
El viaje que había emprendido el 3 de agosto de 1492 desde el puerto español de Palos de la Frontera en busca de unaruta más corta hacia Asia -donde los comerciantes europeos obtenían las especias, que se empleaban para condimentar los alimentos, las que alcanzaban precios altísimos- había dado sus frutos.
La expedición había concluido con el descubrimiento de unas nuevas tierras desconocidas hasta entonces en Europa.
Las disputas por el control de esos territorios entre las dos grandes potencias marítimas de entonces –Castilla y Portugal– comenzaron de inmediato.
El ambiente echaba chispas. Había que hacer algo para evitar la guerra.
Así que en marzo de 1494 representantes deJuan II de Portugal y de los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón) se reunieron por primera vez en Tordesillas.
El objetivo era establecer un acuerdo que delimitara los ámbitos de actuación de cada reino y restableciera la paz entre las dos coronas.
Tordesillas era por aquel entonces una localidad importante de Castilla, un punto estratégico de pasogracias a su puente medieval sobre el río Duero.
Rodeada por una muralla, la villa tenía unos 3.500 habitantes.
Las reuniones entre los embajadores de Juan II y de los Reyes Católicos se desarrollaron en un magnífico e imponente palacio de Tordesillas.
Estaba recién construido y sobre cuya puerta se encontraba el escudo real de los Reyes Católicos y el de su propietario, Alfonso González de Tordesillas.
Empezó a levantarse en 1488 y al año siguiente ya se había completado.
Ese recio palacio, que asienta sobre un montículo que domina el río Duero y que aún sigue en pie, reconvertido ahora en el Museo del Tratado, acogió las negociaciones entre los embajadores de España y Portugal para repartirse el océano Atlántico y los nuevos territorios que Colón acababa de descubrir.
De lo que se acordara en Tordesillas dependía el futuro de la política atlántica de ambos reinos, por lo que tanto el rey portugués como los reyes castellanos siguieron muy de cerca el desarrollo de las negociaciones.
Pero cuando las negociaciones estaban a punto de comenzar el rey portugués cayó enfermó.
Tenía 38 años y 30 meses después moriría.
A causa de su enfermedad, Juan II permaneció durante todas las negociaciones en Setúbal, una localidad portuguesa a 50 kilómetros al sur de Lisboa, pero intercambiando constantemente mensajes con sus embajadores.
Mientras tanto los Reyes Católicos siguieron las negociaciones de Tordesillas primero desde la vecina localidad de Medina del Campo -a 24 kilómetros- y posteriormente desde la propia Tordesillas, residiendo en esa villa del 8 de mayo al 8 de junio.
La raya de Colón
Hay que tener en cuenta que al regresar de su primer viaje, Colón ni siquiera era capaz de localizar con certeza las nuevas tierras que había encontrado camino de lo que él pensaba que era la India.
Así que cuando los reyes castellanos le preguntaron cómo pensaba que había que solucionar el conflicto entre España y Portugal, Colón propuso que se trazara una raya divisoria de norte a sur conocida como “raya de Colón”, que y según todos los indicios pasaba por Cabo Verde y las Azores.
Isabel y Fernando presentaron entonces la propuesta al Papa Alejandro VI para que mediara en el conflicto.
El pontífice, que era de origen español y que debía favores a los Reyes Católicos, admitió la propuesta pero, como le parecía excesivamente favorable a los intereses de Castilla y descaradamente perjudicial a los de Portugal, en la bula que emitió desplazó la línea divisoria 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde.
En ese punto de la negociación, Juan II aceptó ese meridiano que parte el océano Atlántico de polo a polo.
Pero en el proceso de discusiones de Tordesillas los portugueses solicitaron un desplazamiento de la línea divisoria a 370 leguas al oeste de Cabo Verde.