Sarah Boseley2 de febrero de 2021 14:39h

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La gran esperanza de los tratamientos farmacológicos contra la COVID-19, los anticuerpos monoclonales, están fallando contra variantes del virus como las identificadas en Sudáfrica y Brasil, según han comprobado científicos y ha revelado en exclusiva The Guardian.Lucha entre cepas de coronavirus: todo lo que esconde la velocidad de transmisión de la variante británica.

Estos fármacos, basados en clones sintéticos de los anticuerpos neutralizantes naturales contra el coronavirus, habían generado grandes expectativas. Uno de ellos, fabricado por la biotecnológica Regeneron en Estados Unidos, se administró a Donald Trump cuando dio positivo en COVID-19 y puede haber contribuido a su recuperación. Se está ensayando en pacientes hospitalizados en Reino Unido.

Pero, para decepción de quienes trabajan en tratamientos contra la enfermedad, los tres principales candidatos –el de Regeneron y los fármacos de las compañías Eli Lilly y GlaxoSmithKline– fallan contra una o más de una de las variantes.

Los anticuerpos tienen enormes ventajas como tratamientos, dice Nick Cammack, que dirige el Acelerador Terapéutico COVID-19 (CTA) en la fundación científica británica Wellcome. Se obtienen de la clonación de un glóbulo blanco humano e imitan los efectos del sistema inmunitario. Son muy seguros, están diseñados específicamente para atacar el virus y su uso parecía muy prometedor en la fase inicial de la enfermedad para detener su avance.

“El problema llegó en Navidad, cuando aparecieron estas nuevas variantes, especialmente las de Sudáfrica y Brasil. Los cambios que experimenta el virus en sus proteínas S desechan estos anticuerpos. Así que diría que, básicamente, hemos perdido la mayoría de los tratamientos con anticuerpos contra la COVID-19 –que son los tratamientos de vanguardia contra la COVID-19– la gran esperanza, para las variantes sudafricana y brasileña”, dice.

El tratamiento de GlaxoSmithKline sigue funcionando contra esas variantes, pero no contra la que se detectó en Kent, en Reino Unido. Pero con el coronavirus mutando tanto como ya lo ha hecho, Cammack no espera que los fármacos actuales sean eficaces durante mucho tiempo.

Siguen funcionando contra el virus original

Los investigadores tienen ahora que encontrar regiones “conservadas” del virus que no muten para atacarlas con anticuerpos. “Creo que está bastante claro que, mientras vemos variantes en Sudáfrica, Reino Unido y Brasil, habrá otras. Y necesitamos una secuenciación masiva, secuenciación genética del virus en todo el mundo, que revelará dónde se producen los cambios y también dónde están las regiones conservadas”, dice Cammack.

Los fármacos siguen funcionando contra el virus original y se están utilizando en Europa y Estados Unidos.

Los anticuerpos monoclonales se usan para atacar la proteína S (Spike) del virus que se adhiere a las células del cuerpo humano. En general, explica el experto, esa región del virus no cambia mucho, porque si lo hace, no se adhiere tan bien a las células.

“Pues bien, aquí nos encontramos con un virus que experimenta un cambio que en realidad le ayuda a adherirse todavía mejor a la célula. De modo que estos monoclonales se pierden”, dice Cammack. “Así que, en cierto modo, volvemos a la casilla de salida, sinceramente”.

Los datos científicos publicados sobre las variantes y los anticuerpos monoclonales son limitados: hay una prepublicación de Sudáfrica y otra de China. Se esperan más artículos en las próximas semanas.

Caros y difíciles de producir

Los anticuerpos monoclonales “son una de las herramientas más poderosas de la medicina moderna”, según un informe reciente de Wellcome sobre la ampliación del acceso a la población de los países de renta baja y media. Se utilizan en cánceres y enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, y se están probando contra el VIH.

Pero son caros y relativamente difíciles de producir, por lo que solo los países ricos se han beneficiado realmente de ellos hasta ahora.

La esperanza, según Lindsay Keir, autora del informe, es que la COVID-19 pueda ser un catalizador para hacerlos llegar al resto del mundo. “La COVID-19 ha puesto de manifiesto el potencial de que se utilicen también para otras enfermedades, como las infecciosas. Pero aún no hemos sido capaces de ofrecer una vía sencilla para que los anticuerpos monoclonales sean accesibles a todo el mundo”. Ya hay más tratamientos con anticuerpos en los ensayos de COVID-19, dice. “No se trata de empezar de cero”.

Ante el reto, las empresas están trabajando de manera conjunta, dice Cammack. Los fármacos combinados, como el del ensayo anunciado la semana pasada por GlaxoSmithKline y Eli Lilly, podrían ser una parte importante de la respuesta.