Se dice que no hay crimen perfecto, pero el robo a una sucursal del banco francés Société Générale en Niza en 1976 estaba cerca de haberlo sido. Unos ladrones lograron llevarse en julio de ese año 46 millones de francos, unos 30 millones de euros actuales, excavando un túnel desde la red de alcantarillas. Incluso se dieron el gusto de dejar un mensaje a la policía en un muro presumiendo de la limpieza de la hazaña: “Sin armas, sin odio, sin violencia”.
El dinero nunca fue recuperado y el único miembro juzgado hasta la fecha de la llamada banda de las alcantarillas —el presunto cerebro del asalto, Albert Spaggiari— logró zafarse de la justicia en 1977 al saltar a la calle desde la ventana de la oficina del juez de instrucción poco después de su detención. Fue condenado a cadena perpetua en ausencia, pero murió una década más tarde sin haber pisado una prisión.
La prensa no dudó en bautizar el robo como el “atraco del siglo” y el cine se encargó de inmortalizar la gesta. Ahora, cuatro décadas más tarde, otro presunto miembro de la banda, Jacques Cassandri, comparece ante un tribunal de Niza para responder por ese atraco.
El reo no es un desconocido de las autoridades. Aunque se presentó ante el juez como un simple “jubilado”, Jacques Cassandri, de 74 años, es un delincuente famoso en el entorno mafioso de Marsella, donde se le conoce por el sobrenombre de El Rapado, por su cabeza calva. Ya estuvo detenido a comienzos de los años setenta tras desmantelarse una operación de la red de tráfico de heroína conocida como French Connection, gestionada desde la ciudad portuaria del sur de Francia. También afrontó cargos por extorsión y, en 1994, fue condenado a cuatro años de prisión por proxenetismo agravado. Pero no se le relacionó con el robo al banco. Pero la petulancia puede acabar con él.
En 2010 se publicó un libro, La verdad sobre el caso de Niza, en el que, bajo el seudónimo de Amigo, un hombre afirmaba ser el verdadero cerebro del famoso atraco de 1976. En él, aportaba tantos detalles inéditos que la policía se tomó muy en serio la historia. Cassandri fue identificado como el autor. En el disco duro de su ordenador personal fue hallada una copia del manuscrito.
Pero ¿por qué autoinculparse en un robo que nadie le había atribuido? El delito ya había prescrito y Cassandri se habría sentido por fin seguro para contar una hazaña de la que, según acabarían confesando sus hijos a la policía, se jactaba repetidamente en el círculo familiar.
Pero para haber sido el cerebro de un atraco magistral, Cassandri cometió un error de principiante: no tuvo en cuenta que, si bien ya no era imputable por el robo en sí, había otra manera de hacerle pagar por el delito. En Francia, los delitos de blanqueo de dinero no tienen fecha de caducidad, y a eso se han aferrado las autoridades para poner por fin ante la justicia a uno de los presuntos responsables de un caso que durante décadas les llevó de cabeza.
Según el diario Nice Matin, el hombre ha acabado reconociendo su participación en el atraco, pero asegura que solo recibió una parte ínfima, dos millones de francos, del botín, y que se los gastó rápidamente. Sin embargo, el juez de instrucción “no le creyó ni una palabra”. Porque en 1976, Cassandri, que no tenía un duro y no había trabajado jamás, “acabó a la cabeza de un patrimonio considerable constituido por numerosos negocios y bienes inmuebles, explotados a través de su familia y sus allegados”, señala la investigación.
Jacques Peyrat, el antiguo abogado del primer inculpado, Spaggiari, considera posible que Cassandri perteneciera a la banda, pero duda mucho de que ideara el robo, dijo a Le Figaro. En cualquier caso, de ser hallado culpable, Cassandri afronta una pena de hasta diez años de cárcel.