Es difícil imaginar a una persona, una empresa o un país que esté tranquilo con una deuda que se ha disparado.
El mayor riesgo es que esa deuda se vuelva insostenible, es decir, que se convierta en tóxica.
Y, cuando se trata de una deuda fiscal, lo que miran los economistas es la relación entre la deuda pública de un país y el tamaño de su economía, expresada como porcentaje de su Producto Interno Bruto (PIB).
Una relación que, en el caso de América Latina, no arroja noticias muy alentadoras.
“El endeudamiento de los países de la región es preocupante”, le dice a BBC Mundo Carlos Végh, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Para Vegh, “hay una situación de fragilidad” que se explica, entre otras razones, por unalto déficit fiscal, especialmente en Sudamérica.
Y según los últimos datos disponibles del Banco Mundial, los países más endeudados de la región son Venezuela (80,9%), Argentina (80%) y Brasil (78%).
Deuda fiscal en América Latina | Porcentaje del PIB |
---|---|
Venezuela | 80.9 |
Argentina | 80.0 |
Brasil | 78.0 |
El Salvador | 76.3 |
Uruguay | 60.6 |
Nicaragua | 52.5 |
Costa Rica | 52.4 |
Bolivia | 51.6 |
Colombia | 48.1 |
Ecuador | 46.4 |
México | 45.3 |
Honduras | 43.8 |
República Dominicana | 39.8 |
Panamá | 36.8 |
Perú | 26.4 |
Chile | 25.6 |
Guatemala | 23.7 |
Paraguay | 20.4 |
Fuente: Banco Mundial (2018) |
Los datos de Venezuela son estimados, dado que el gobierno no divulga actualizaciones de su información económica.
Y, en el contexto de la crisis que atraviesa, el nivel de deuda de Venezuela no es tan alto, entre otras cosas porque el país entró en “suspensión de pagos” en noviembre del año pasado -un proceso más conocido como default – y ya no tiene acceso al crédito de los mercados internacionales.
El castigo de los mercados
Si un país tiene mucha deuda, eso afecta directamente la calificación de riesgoque le ponen los mercados.
Aunque en esa evaluación, que hacen agencias como Moody’s, Standard & Poor’s o Fitch para definir la probabilidad de que un país no pague el dinero que le prestan, influyen muchos otros elementos.
Una calificación AAA (la máxima en el mercado) significa que el país es visto como un buen pagador, mientras que una D (como la asignada a Venezuela) representa un país que no va a pagar sus compromisos.
Y se dan situaciones en que un país puede tener poca deuda pública, pero, al mismo tiempo, mala calificación crediticia. Y todo lo contrario.
Un buen ejemplo es Japón, que tiene una deuda pública equivalente al 253% de su Producto Interno Bruto (PIB), pero está muy lejos de no tener acceso a crédito.
Otro es Estados Unidos, cuya deuda llega al 105% de su PIB y no se está cayendo a pedazos (aunque sí tiene un fuerte debate sobre su alto nivel de endeudamiento y los riesgos a futuro).
Países de América Latina | Calificación de riesgo en el pago de su deuda* |
---|---|
Chile | A |
México | BBB+ |
Perú | BBB+ |
Colombia | BBB |
Panamá | BBB |
Uruguay | BBB- |
Costa Rica | BB |
Guatemala | BB |
Paraguay | BB |
Brasil | BB- |
República Dominicana | BB- |
Bolivia | BB- |
Nicaragua | B |
Argentina | B |
Ecuador | B- |
El Salvador | B- |
Venezuela | D |
Fuente: Banco Mundial con datos de Fitch (2018) | *(A tiene el menor riesgo y D el mayor riesgo de impago) |
¿Qué están haciendo los países más endeudados?
Lo más común es que los países financien su déficit de tres maneras: imprimiendo billetes (lo que puede disparar la inflación); vendiéndole deuda a los privados, o pidiéndole un crédito a algún organismo como el Fondo Monetario Internacional (cuando el mercado no te presta o te presta muy caro).
Pero cuando nadie te quiere prestar, estás en serios problemas, como es el caso de Venezuela, que se puso a imprimir billetes y tiene una inflación proyectada de 1.000.000% para este año, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los fondos de inversión estadounidenses dejaron de prestarle recursos a Venezuela desde que declaró el default.
Y, según la información gubernamental, el único país que le está prestando dinero es China, aunque se desconoce si hay algún otro acreedor.
El gobierno venezolano también asegura ser víctima de una campaña en su contra, orquestada por EE.UU.
Y, en agosto pasado, presentó un nuevo paquete de medidas para enfrentar la crisis que incluyó la introducción de una nueva moneda, la liberalización del mercado de divisas e incluso una drástica revisión de los subsidios a la gasolina.
Este plan, sin embargo, no convence a muchos economistas.
Y, para Carlos Végh, “Venezuela no está haciendo casi nada para resolver su crisis”.
En Argentina, por su parte, el panorama se oscureció repentinamente.
Al inicio de este año, los mercados lo consideraban un ejemplo en la aplicación de reformas y le daban su voto de confianza.
Pocos meses después, la inflación se disparó y tuvo que recurrir a un plan de rescate del FMI de US$57.000 millones, el mayor préstamo otorgado en la historia del organismo.
A cambio, Buenos Aires se comprometió a bajar el déficit fiscal a 0 en 2019, un ajuste de gran magnitud que, según expertos, traerá costos sociales y políticos que pueden complicar el futuro del país sudamericano.
Brasil, por su parte, está en una situación de incertidumbre mientras no se defina el plan económico del próximo gobierno.
Pero, para Végh, lo más urgente es “modificar el sistema de pensiones”, dado que un 12% del PIB se destina al pago de las pensiones de los jubilados.
Eso es una gran parte del presupuesto, considerando que hay países como Chile y Perú que destinan solo el 2% de su PIB al pago de pensiones, apunta Végh.
Sin embargo, el tema de las pensiones es uno de los más debatidos en la región. Y la falta de acuerdo sobre cómo enfrentarlo suele ser la norma.