China es el mayor tenedor extranjero de deuda estadounidense y el segundo propietario de bonos gubernamentales, después de la Reserva Federal norteamericana. En enero, su cartera de letras, notas y bonos de la Tesorería de EE.UU. sumaba alrededor de 1,17 billones de dólares, aproximadamente un 19% de todos los valores gubernamentales de ese país que están en manos extranjeras.
En el caso de que Pekín decidiera reducir su cartera de valores, tendría unas repercusiones significativas tanto en las finanzas de Washington como en los inversores globales, ya que aumentaría el rendimiento de los bonos y haría que la financiación del Gobierno federal estadounidense resultara más costosa, informa Reuters.
“Si quisieran pulsar ese ‘interruptor nuclear’, si se comprometieran a deshacerse de los títulos del Tesoro, tendría un impacto inmediato y temporal en los mercados financieros de EE.UU.”, pero sería “un golpe mayor a la sostenibilidad de lo que tratan de lograr”, analiza Jeff Klingelhofer, un gestor de carteras de Thornburg Investment Management.
Jeffrey Gundlach, director ejecutivo de DoubleLine Capital LP, opina que China solo puede aprovecharse de esta influencia si abre la posibilidad de desprenderse de esos títulos del Tesoro de EE.UU.: “Si los vende, no hay amenaza”.
Este 4 de abril, China anunció que impondrá aranceles del 25% a 106 productos estadounidenses como la soja, los automóviles y los productos químicos como respuesta a las medidas similares que tomó EE.UU.
Pekín adoptó esa medida menos de 24 horas después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara una lista de 1.300 productos chinos a los que planea establecer impuestos, un paso que el Gobierno de China calificó de práctica comercial desleal.