Los economistas de gran parte del mundo están a la expectativa. Esperan el discurrir de la guerra comercial entre Estados Unidos y China Popular, atizada en las últimas semanas por la administración del presidente Donald Trump con la implementación de medidas arancelarias proteccionistas con las que busca disminuir la desigualdad en el intercambio de productos.
El gobierno de Estados Unidos anunció la imposición de nuevos aranceles a China por valor de US$50,000 millones, a lo que el gigante asiático, presidido por Xi Jinping, respondió con una medida similar. El presidente Trump considera imponer otros US$100,000 millones adicionales.
China reclamó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) la celebración de consultas con Estados Unidos con el fin de evitar las medidas arancelarias que esa nación aplicaría a muchos de sus productos mediante los artículos 301 a 310 de su Ley de Comercio Exterior de 1974.
“China alega que los aranceles excederían de los tipos consolidados de los Estados Unidos y son incompatibles con el párrafo 1 del artículo I y los párrafos 1 a) y 1 b) del artículo II del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y con el artículo 23 del Entendimiento sobre Solución de Diferencias”, informa la OMC en un comunicado.
La organización explica que “la solicitud de celebración de consultas inicia formalmente una diferencia en la OMC”. Además, que “las consultas dan a las partes la oportunidad de debatir la cuestión y encontrar una solución satisfactoria sin llegar al litigio”, aunque, luego de 60 días, si la diferencia sigue, “el reclamante puede pedir que la resuelva un grupo especial”.
El economista Iván Gatón entiende que Estados Unidos “tiene todas las de perder” en la OMC. Recuerda que “hay medidas de retorsión en la OMC; que son medidas que obligarían a Estados Unidos a retribuir a los países a los que afectó”. “Ahora, quienes están asesorando a Trump en esas medidas son hombres de negocios en el Departamento de Comercio y que son inversionistas”, añade.
Entiende que Estados Unidos crea “una gran distorsión al libre comercio, al comercio mundial” con la imposición de aranceles a China.
“Estamos en una situación increíble, porque el principal promotor del libre comercio, que es Estados Unidos, ahora es un país proteccionista”. Entiende que el conflicto repercutirá en todo el planeta e impactará en la región, sobre todo en economías como las de Argentina, Brasil o México.
Entre los impactos negativos para República Dominicana, la guerra comercial de las dos potencias va a encarecer productos como el acero, del que, según Gatón, “China produce un en mes, lo que Estados Unidos produce en un año”.
Estados Unidos importó bienes desde China por US$505,597.1 millones en 2017 y exportó US$130,369.5 millones, un intercambio de US$635,966.60 millones en el que la balanza comercial de los norteamericanos tuvo un déficit de US$375,277.5 millones.
Las cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos apuntan además a que entre enero y febrero de este año 2018 el país importó desde China US$84,855.6 millones y solo exportó US$19,641.4 millones, para un déficit comercial de US$65,214.3 millones.
El economista Franklin Vásquez advierte que “no será una guerra comercial sencilla” la versión que libran en estos momentos Estados Unidos y China. “Tendrá matices profundos, lo que amenaza seriamente al comercio mundial y, particularmente, a Latinoamérica y República Dominicana”. Recuerda que “se sabe que China es una de los mayores proveedores de materias primas del mundo, y probablemente el mayor productor de bienes finales de la más amplia variedad”.
Además, la gran magnitdud de las inversiones chinas en el mundo. “Cualquier acción que cambie ese estado de cosas traerá consecuencias negativas, básicamente por el encarecimiento de las materias primas y también de los productos terminados”.
Una diferencia abismal
República Dominicana mantiene una diferencia negativa abismal en su balanza comercial con China Popular, como lo evidencian las estadísticas suministradas por la Dirección General de Aduanas.
El país importó en 2017 desde el gigante asiático bienes por un monto de US$2,372.3 millones y solo exportó US$85.8 millones, que incluyen US$35 millones desde zonas francas industriales y especiales, US$22.4 millones en minerales de cobre y sus concentrados, US$10.1 millones en ferroníquel y US$9.3 millones en minerales de cinc y sus concentrados.
Las importaciones desde China, en cambio, incluyeron US$12.5 millones en sardinas, sardienelas y espadines y US$9.1 millones en ajo.