HONG KONG — El año pasado, el ritmo de crecimiento de la economía de China se aceleró por primera vez en siete años, pues las exportaciones, la construcción y el gasto de los consumidores aumentaron de forma importante.
Al menos, eso es lo que dice el gobierno.
En la realidad, nadie puede saber con exactitud cómo es el ritmo de crecimiento de esa economía. Varias señales sugieren que el crecimiento de China sí se aceleró el año pasado, lo cual podría brindar el espacio que el gobierno necesita para solucionar un cúmulo de graves problemas financieros, ambientales y sociales.
Sin embargo, medir el tamaño y la salud de la segunda economía más grande del mundo puede ser, en el mejor de los casos, difícil. Sus cifras oficiales se han vuelto uniformes y constantes a un grado inverosímil, mientras que otros países publican resultados con varios picos y valles. Los funcionarios de regiones alejadas están admitiendo que las cifras están mal; los expertos externos que analizan la información han llegado a resultados diferentes, por lo general más débiles.
Lo que reportó China
Recientemente, el Buró Nacional de Estadísticas anunció que el año pasado la economía se había expandido el 6,9 por ciento, un incremento ligero del 6,7 por ciento de 2016, con lo cual había terminado con una tendencia de desaceleración gradual que había comenzado en 2011. Para el cuarto trimestre, el buró reportó un crecimiento económico de 6,8 por ciento superior al año previo.
La fortaleza en las exportaciones, las ventas minoristas y el mercado inmobiliario han ayudado a estimular el crecimiento, y han puesto a China en una mejor posición para resolver problemas como el incremento de la deuda, los altos niveles de contaminación y algunos otros.
Sin embargo, ese crecimiento ha ocasionado el aumento de los préstamos, lo que ha desencadenado que las agencias de calificaciones crediticias bajen la calificación de la deuda soberana de China. Además, están los graves problemas de la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como los constantes problemas sociales asociados con el movimiento de millones de trabajadores a las ciudades, quienes al tener pocas alternativas se ven obligados a dejar a sus hijos en sus ciudades natales.
En una importante reunión del Partido Comunista que se celebró en octubre, el presidente Xi Jinping señaló que quería abordar algunos de esos problemas crónicos y que el país ya no debía enfatizar el máximo crecimiento económico prácticamente a cualquier costo.
Una estabilidad extraña
Las cifras del crecimiento anual de China se han mantenido constantes por mucho tiempo. Otros países de gran tamaño han tenido un crecimiento un poco más constante de lo normal en los últimos años. Sin embargo, a diferencia del crecimiento trimestral de otros países, las cifras trimestrales de China son tan uniformes que provocan sospechas.
La política es una de las razones principales. El gobierno central suele presionar a los funcionarios locales para que cumplan sus objetivos. Ante la primera señal de debilidad económica, tienden a redoblar los gastos para estabilizar la derrama económica.
Cada vez es más común que China admita fallas en los datos, en particular en los de las provincias. Este mes, la región de Mongolia Interior reveló que no existían dos quintas partes de la producción industrial que había reportado para 2016. Hace un año, la provincia de Liaoning, ubicada al noreste de China, reveló que los gobiernos locales habían alterado sus cifras de crecimiento económico de 2011 a 2014.
Tianjin, una metrópolis con crecimiento descontrolado, publicó por poco tiempo en uno de sus sitios web oficiales que había inflado datos antiguos. La publicación fue borrada rápidamente.
Ning Jizhe, el director del Buró Nacional de Estadísticas, señaló en una conferencia de prensa que desde hacía mucho tiempo había discrepancias entre los datos provinciales y los nacionales, pero que la brecha se había estado cerrando. “La información local no impactará la fiabilidad de los datos estadísticos a nivel nacional”, explicó.
También puede funcionar de la otra manera: algunos economistas sostienen que China también le resta importancia a su crecimiento durante los auges para que sus resultados sean uniformes.
¿Hay una mayor desaceleración?
Los economistas que intentan calcular el verdadero crecimiento suelen encontrar cifras más bajas.
Conference Board, un grupo empresarial con sede en Nueva York, considera que la información china acerca de la agricultura, la construcción y los servicios que se pueden contar con facilidad, como el transporte, es precisa. Después ajusta los datos oficiales para las irregularidades en la producción industrial y en los servicios que son más complicados de contar, como la atención médica.
El resultado muestra que el crecimiento chino es un poco más bajo de lo reportado, en particular en años con un crecimiento débil. Al mismo tiempo, al minimizar la profundidad de la desaceleración de 2015 y 2016, las cifras oficiales también parecen restar importancia a la mejoría del año pasado.
Los resultados de Conference Board sugieren que el pequeño incremento actual es verdadero. Sin embargo, la organización está preocupada de que una buena parte del crecimiento haya surgido de préstamos recientes, a pesar de que China ya cuenta con una enorme acumulación de deuda de años anteriores.
“Creemos que la recuperación es real”, afirmó Yuan Gao, un economista sénior de la oficina de Conference Board en Pekín. “Solo nos inquieta que mucha de esta se base en una deuda incobrable”.
El problema estadístico de China va más allá de la interferencia del gobierno. La economía del país es vasta y cambia con rapidez. Los funcionarios siguen luchando por volver alcanzar los años de crecimiento y modernizar las prácticas de recolección de datos.
“Es muy simplista decir que mienten o no mienten”, afirmó Pauline Loong, la fundadora y directora general de Asia-analytica, una consultoría de Hong Kong que se especializa en la China continental. “Definen su información de manera distinta y siguen cambiando sus definiciones”.