Es una buena noticia. Pero podría no durar mucho.
La hiperinflación que sufre Venezuela desde finales del año 2017, la mayor actualmente en el mundo, registró una marcada desaceleración durante varias semanas entre los meses de febrero y marzo pasado, según las estimaciones de las firmas de análisis.
Desde el inicio de este proceso la inflación diaria registrada en ese país se ubicaba en un promedio de 2,9% diario pero durante esas semanas mencionadas anteriormente descendió hasta el 0,7% diario.
Venezuela no publica datos oficiales de inflación desde hace años.
En medio de esa desaceleración hubo productos cuyo precio llegó a estancarse y, en algunos casos, como en el de los embutidos, los quesos y otros productos perecederos, incluso descendió al ser ofrecidos a la venta con fuertes descuentos.
Es un motivo de alivio y de pequeño respiro para los venezolanos, que encaran numerosos problemas de diversa índole por la crisis económica que sufre el país.
Algunos expertos, sin embargo, no creen que esto sea el inicio del fin de la hiperinflación.
“Eso es algo que puede considerarse como un síntoma bueno, pero se produjo por las causas equivocadas y es algo que no se puede prolongar en el tiempo”, advierte Tamara Herrera , directora de la consultora Síntesis Financiera, a BBC Mundo.
Pero, ¿exactamente qué ocurrió?
Medidas radicales
A finales de 2018, la inflación en Venezuela crecía a una tasa superior al 100% mensual. A partir de 50% es cuando pasa de inflación a hiperinflación.
En enero llegó a superar el 200% como consecuencia de una fuerte devaluación de la moneda aplicada por el gobierno: la tasa de cambio oficial se ubicó por encima de la registrada en el mercado paralelo, el más usado tradicionalmente por el control cambiario que impone el gobierno chavista.
Como consecuencia de ello, las ventas de los comercios de desplomaron en enero y siguieron cayendo aún más el mes siguiente.
“Ese proceso continuó en marzo, cuando se produjo la gran crisis eléctrica que acentuó la situación depresiva por las bajas ventas y es un factor adicional de parálisis”, afirma Herrera.
Señala que la caída del consumo llevó a la acumulación de inventarios y obligó a empresas y comercios a reducir precios para poder cobrar y seguir operando, en un momento en el cual la banca no estaba ofreciendo créditos.
Según Herrera y otros expertos, esta imposibilidad de acudir al sistema financiero fue un elemento fundamental en la desaceleración de la hiperinflación.
Desde septiembre pasado, el Banco Central de Venezuela decidió aumentar de forma progresiva el encaje o reserva legal (el porcentaje de los depósitos recibidos por las entidades financieras y que por ley estas no pueden utilizar).
La principal finalidad de esta reserva es contar con fondos que permitan evitar una crisis de liquidez. Sin embargo, en el contexto de la política monetaria también suele utilizarse para restringir el crédito y así reducir la inflación . Al final de cuentas, si las personas y las empresas disponen de menos dinero tienen que limitar sus gastos.