Cada invierno, los acantilados de Nazaré, un puerto pesquero portugués ubicado al norte de Lisboa, se convierten en las tribunas de los espectadores que se reúnen para ver a surfistas temerarios lanzándose hacia las olas más altas de la Tierra.
El 11 de febrero fueron testigos de otra ola de récord mundial que fue montada por Maya Gabeira, una surfista brasileña de 33 años que casi pierde la vida en el proceso.EL TIMES: Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos.Sign Up
Gabeira y el conductor de su remolcador, el alemán Sebastian Steudtner, se encontraban en Portugal listos para participar en el Nazaré Tow Surfing Challenge, en la categoría de equipo masculino. Gabeira, la única mujer que surfea en la competencia para hombres, estaba en la posición perfecta cuando llegó el grupo de olas más grande del día.
“Estaba en la zona”, dijo Gabeira este mes desde su casa en Nazaré. “Fui mucho más valiente de lo que usualmente soy. Me acerqué bastante al desastre”.
Gabeira se agarró de la soga de remolque cuando Steudtner aceleró su moto acuática a 80 kilómetros por hora y lanzó a la atleta al borde de una cresta gigantesca.
La surfista descendió a gran velocidad por la cara de la ola mientras se dibujaba una curva por encima de su cabeza hasta que se estrelló en lo que ella sintió que eran como explosiones, antes de que el agua blanca envolviera su cuerpo, según relató.
“Nunca había estado tan cerca de una explosión tan poderosa”, agregó Gabeira. “Nunca he sentido esa energía y ese ruido. Se sintió verdaderamente escalofriante”.
Este mes, un equipo privado de ingenieros de olas y científicos del Instituto de Oceanografía Scripps y el Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Universidad del Sur de California precisaron que la ola que Gabeira surfeó ese día medía 22,4 metros, por lo que aplastó su propia marca anterior por más de 1,5 metros.
No solo fue la ola más grande surfeada por una mujer. Fue la ola más grande surfeada por cualquier persona durante la temporada invernal de 2019-20, una novedad para las mujeres en el deporte del surf profesional.
“Creo que es realmente importante que la próxima generación de niñas crezca viendo a las mujeres que logran estas cosas”, aseguró Paige Alms, de 32 años, una de las mejores surfistas de grandes olas en el mundo. “De verdad, el tamaño de tus sueños es proporcional a lo que puedes ver”.
La proeza de Gabeira superó a la realizada por Kai Lenny, campeón del Nazaré Tow Challenge, quien, también el 11 de febrero, surfeó una ola de más de 21 metros. Para el surf de grandes olas fue un momento que recuerda a pioneras de otros deportes como Danica Patrick en las carreras de autos.
Sin embargo, no todos estaban preparados para coronar a Gabeira. Horas después que la surfista se montó a la ola que le dio el récord, Justine Dupont, de 29 años y oriunda del suroeste de Francia —considerada como una de las tres mejores surfistas femeninas, junto a Gabeira y Alms— atrapó una ola que algunos creyeron que era tan grande como la que surfeó Gabeira. La ola de Dupont, cuya altura se calculó en 21 metros, aproximadamente, le valió la corona femenina en Nazaré y la distinción de Ride of the Year otorgada por la Liga Mundial de Surf.
“Es una ciencia imperfecta”, explicó Greg Long, surfista de grandes olas. “Y cuando hablamos de marcas mundiales es indispensable que incorpores métodos más científicos y precisos”.
Michal Pieszka, un científico de surf de la piscina de olas de Kelly Slater, dirigió el estudio en colaboración con los investigadores. Examinaron las mareas, la luz y las sombras, que pueden afectar la percepción y el tamaño en una fotografía, y los objetos en cada imagen. Analizaron tanto los ángulos de la cámara como los lentes de las cámaras involucradas en la captura de las olas de Gabeira y Dupont.
Dupont sigue sin estar convencida de su conclusión.
Sin embargo, la Liga Mundial de Surf y Guinness certificaron el récord de Gabeira, lo que aviva la que se está convirtiendo en la mayor rivalidad de la historia de la categoría femenina del surf de grandes olas.
Garrett McNamara, una leyenda de este deporte, escuchó por primera vez de las olas de Nazaré en 2005, cuando fue contactado por un “bodyboarder” portugués llamado Dino Casimiro, el hijo de un pescador de Nazaré que quería mejorar la imagen del pequeño pueblo de donde era oriundo. Se comunicaron por correo electrónico, pero McNamara no consideró viajar hasta que su esposa encontró una invitación, enviada por Casimiro en 2009, perdida entre sus archivos.
En ese momento, McNamara estaba en busca de la escurridiza ola de 30 metros, algo que ninguno de los parajes más populares del surf podían ofrecer. Cuando llegó al faro del acantilado de Nazaré en 2010 y contempló la ola más grande que jamás había visto, su sueño del santo grial se convirtió en una posibilidad.
Para los surfistas como Gabeira y Dupont que persiguen olas tan gigantescas, existe un elemento crucial en el trabajo en equipo. Los remolcadores necesitan un conductor experto en la moto de agua, armado con una radio para comunicarse con un observador que está en el acantilado y ayuda a determinar dónde y cuándo podría surgir el próximo monstruo, y dónde deben estar para atraparlo. En las competiciones, el conductor de la moto de agua se reparte el premio con el surfista ganador.
En 2011, McNamara surfeó una ola de 23,7 metros en Nazaré y estableció un récord mundial. Sus colegas en la comunidad del surf de grandes olas fueron despectivos. Dijeron que la ola no tenía la forma clásica de algunas de las grandes olas más importantes, como la Jaws en Maui, y la mayoría asumió que la ola tampoco tenía poder.
“Era como si lo estuviese fingiendo”, dijo McNamara. Hawái puede registrar un oleaje de 18 metros al año y Mavericks en California del Norte puede tener, de vez en cuando, un oleaje que varía de 18 a 24 metros, indicó. “Nazaré oscila entre 18 y 24 metros, 10, 20, 30 veces al año”.
Gabeira y Steudtner fueron de los primeros en seguir a McNamara hasta Nazaré, aunque rápidamente experimentaron el estrecho margen de error. En 2013, Gabeira fue arrasada por una ola de 15 metros y estuvo bajo el agua por varios minutos. Estaba apenas consciente cuando agarró la cuerda de remolque y fue arrastrada boca abajo hasta la orilla donde fue rescatada sin pulso. Los primeros auxilios le salvaron la vida, pero su peroné se había quebrado y desarrolló una hernia en un disco de la parte baja de su espalda.
Su recuperación tomó cuatro años y fueron necesarias tres intervenciones quirúrgicas en la espalda. Perdió a todos sus patrocinadores, tuvo que lidiar con un desorden de ansiedad y ataques de pánico, además de ser sermoneada en público y amonestada en privado por leyendas de su deporte, incluyendo a Laird Hamilton, quien la criticó públicamente luego de su accidente en 2013.
En 2015, Gabeira se mudó a Nazaré definitivamente, y ya en 2018 había establecido un récord mundial femenino luego de surfear una ola de 20,7 metros en el mismo acantilado. Pronto nacería una amistosa rivalidad con Dupont.
“Cuando estamos en el agua”, explicó Dupont, “no siento que estoy compitiendo contra ella. Ni siquiera estoy compitiendo. Solo estoy superando mis propios límites. Quiero surfear olas más grandes, para establecer el nivel promedio. Quiero aprender de mí misma, de mi emoción. Soy más apasionada con esto que con la victoria o si surfeo la ola más grande o no”.
Para la élite de surfistas que persigue los oleajes más grandes en todo el mundo, este deporte nunca ha sido un asunto de dinero. La mayoría son hombres jóvenes que aprovechan una combinación de patrocinio, frugalidad y millas de viajero frecuente que les permiten perseguir olas desde California hasta México, Hawái y Tahití, desde Indonesia hasta Sudáfrica y Australia.
“A través de los años, los mejores profesionales han podido crear un estilo de vida, no solo un medio de sustento”, puntualizó Long. “Lo hacen porque son los mejores en el mundo y porque lo aman”.
Las mujeres han enfrentado dudas, rechazo y completa negación sobre su pertenencia al selecto grupo de los atletas de las grandes olas. Rara vez han tenido el acceso al tipo de patrocinio necesario para perseguir los oleajes. McNamara consiguió el patrocinio de Mercedes-Benz después de fijar su récord. Queda por ver si ocurrirá lo mismo con Gabeira.
“De las diez mejores surfistas de grandes olas en el mundo, solo tres reciben dinero”, dijo Alms. “Los diez mejores hombres en el mismo deporte son dueños de casas, viajan todo el año y pueden llevar a sus familias con ellos”.
Las mujeres pueden vivir una situación solitaria en las alineaciones de surf, pero especialmente durante los días más importantes cuando buscan las mayores olas. Dupont y Gabeira han demostrado que las mujeres no solo pertenecen a las alineaciones, sino que son capaces de surfear con lo mejor de lo mejor.
“Me siento feliz de que una mujer haya surfeado la ola más grande del año”, dijo Gabeira. “Es posible. Otras mujeres pueden hacerlo”.
“Me gusta haber logrado que algo que parece imposible sea posible. Porque entonces es mucho más fácil para la próxima”.