Las sirenas anuncian un inminente bombardeo en Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, un territorio cuyo control se disputan Azerbaiyán y Armenia.

Es el pan nuestro de cada día para los civiles que no pueden hacer más que buscar refugio en los sótanos de los edificios que todavía siguen en pie.

“Que ¿qué siento? Si tuviera a alguno de ellos aquí delante lo estrangularía, lo estrangularía sin necesidad de un arma. He perdido a mi marido y podría perder a mi nieto, a mis familiares, a mi yerno, a un hermano. ¿Por qué?¿Es que no hemos sufrido suficientes pérdidas en la última guerra? Y ahora vuelta a empezar. ¿Quién quiere esto?”, señala Rita Grigoryan, vecina de Stepanakert.

En la localidad de Barda (Azerbaiyán), centenares de desplazados azerbaiyanos han encontrado refugio en esta escuela.

Han salvado sus vidas pero han dejado todo atrás como explica Fatma Suleymanova, una de las desplazadas azerbaiyanas.

“Nos fuimos el 27 de septiembre por la mañana temprano, cuando ellos empezaron los bombardeos, todos corrían. Las casas fueron destruidas. Había gente agonizando en la carretera. Dos de mis vecinos murieron en un bombardeo”, dice Fatma.