Israel somete este martes a un plebiscito en las legislativas a su líder más significado. Benjamín Netanyahu sí o no, esa es la cuestión que se dilucida en las urnas. El primer ministro se ha paseado por la Casa Blanca y el Kremlin durante la campaña. Pero los comicios se disputan en casa, donde los sondeos asignan ventaja por primera vez en una década a un rival centrista, el exgeneral Benny Gantz, que amenaza con poner fin al largo ciclo de poder del mandatario conservador.
Netanyahu salió el lunes a la calle a pedir el voto como si fuera un candidato debutante. En el popular mercado Mahane Yehuda, alma tradicional del Jerusalén judío, se subió a una silla para vocear el mantra de alerta que agita desde que se publicaron los últimos sondeos autorizados. “¡Que viene la izquierda!”, advierte ahora el líder del partido Likud, que apenas ha concedido entrevistas en los últimos cuatro años, a quien quiera escucharle. En el polarizado Israel de Netanyahu —13 años en el cargo, los últimos 10 de forma ininterrumpida—, la voz “izquierda” se ha convertido en epítome de un modelo fracasado de Gobierno y también de inseguridad ante el conflicto palestino.