El ecosistema acuático puede ser una alternativa para nuestra cadena alimentaria. Europa se está abriendo al sector de las algas en respuesta a la creciente demanda de alimentos y a la necesidad de sistemas de producción más sostenibles. Una ventaja importante de las macroalgas es que su producción no necesita tierra ni fertilización.

El ser humano lleva comiendo macroalgas desde hace mucho tiempo, pero en los últimos años se ha prestado atención al potencial nutricional de sus ‘hermanas’ más pequeñas: las microalgas.

La empresa Allmicroalgae, de Pataias, Portugal, ha desarrollado varios productos alimentarios a base de polvo de algas, como galletas, pan, aperitivos o crema para untar en el pan.

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La ingeniera alimentaria Anabela Raymundo trabaja para la Universidad de Lisboa, en el desarrollo de productos de microalgas de alto valor añadido.

“Es extremadamente importante encontrar fuentes de alimentación alternativas, que sean sostenibles y que también aporten beneficios nutricionales a las personas. Las microalgas son ingredientes extremadamente importantes porque son ricas tanto en proteínas como en compuestos bioactivos y, por lo tanto, son una fuente nutricional extremadamente importante que puede emplearse en varios usos alimentarios”, declara Anabela Raymundo, profesora de la Universidad de Lisboa.

Existen miles de especies de algas, que viven tanto en agua dulce como en agua salada. Se calcula que son más de 72 500 especies. Las más grandes, llamadas macroalgas, constituyen el 20 % de todas las especies. El 80 % restante está compuesto por microalgas.

El viaje de las células individuales, que se convierten en una fuente de alimento, comienza a partir de recipientes, en el laboratorio, que contienen el cultivo líquido. Cuando alcanzan concentraciones más altas, se transfieren a un volumen mayor de agua para que puedan seguir creciendo.

Su contenido nutricional varía según el tipo de microalgas; dos de ellas dominan el mercado para el consumo humano: Chlorella y Spirulina. Contienen aminoácidos esenciales, ácidos grasos esenciales, incluyendo omega-3, omega-6, omega-7, junto con vitaminas, como A, D y E).

“Lo que hacemos en este laboratorio es la analítica que nos permite evaluar si el crecimiento en los reactores, donde se desarrollan las microalgas, va bien o no. Necesitamos saber, cada vez más, lo que ocurre dentro de la célula, para determinar el llamado valor total de proteínas, el magnesio consumido dentro del medio nutritivo, el hierro, y varios micro y macro nutrientes que son esenciales para el cultivo y que permiten optimizar el consumo de nutrientes por parte de las algas”, afirma Joana Silva, directora técnica de I+D de Allmicroalgae.

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El cultivo de algas requiere procedimientos precisos para conseguir altos rendimientos de biomasa. Tras el proceso de fermentación, activado por levaduras tradicionales como las utilizadas para la producción de cerveza, el cultivo se inyecta en los grandes reactores, donde crece exponencialmente hasta alcanzar los estándares de calidad adecuados. Después se cosecha y se procesa hasta obtener un polvo fino.

“Hay una semilla, una sustancia que inoculará otro reactor, cada vez con un volumen mayor, hasta que tengamos un conjunto significativo de células que haga que valga la pena hacer el procesamiento. Esta acción tiene como objetivo concentrar este conjunto de células, luego podemos producir una pasta concentrada, por ejemplo, para el mercado de la acuicultura, o un polvo que utilizamos como ingrediente o complemento alimenticio”, añade Joana Silva.

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El interés de la industria alimentaria por las microalgas ha ido aumentando rápidamente, debido a los nuevos hábitos de consumo, a la sostenibilidad de su producción y también, debido a algunas características importantes para la salud humana.

En las microalgas desecadas, como la espirulina, por ejemplo, la proteína por peso varía del 30 % al 60 %, lo que la hace comparable a la soja, que tiene entre un 35 % y un 40 % de proteína.

“Nuestra producción de proteínas de origen vegetal nos permitirá entrar en áreas de la dieta humana, distintas de la vegetariana o vegana. Hay una parte muy interesante que aún no está desarrollada, que es la alimentación clínica o médica, para aquellas personas que están enfermas y tienen dificultades para comer productos ricos en proteínas”, concluye Julio Abelho, director general de Allmicroalgae.

Dentro de la estrategia “De la Granja a la Mesa”, la Comisión Europea tiene previsto apoyar a la industria de las algas y liberar su potencial mediante el desarrollo de una iniciativa específica para mediados del año 2022.