Un humilde cartel con la leyenda “Proyecto Tultepec II” alerta de la llegada al último gran descubrimiento arqueológico de México: una excavación donde han encontrado por primera vez en el mundo dos trampas excavadas con el fin de cazar mamuts y restos de 14 de ellos. “Los textos de prehistoria tendrán que reescribirse a partir de esto”, dice emocionada la historiadora Juana Zúñiga, encargada del proyecto, sobre lo inédito de lo descubierto. La emoción, sin embargo, no tarda en fraguar. Pese a que el hallazgo representa “un hito” internacional que ha puesto al sitio en el radar científico, el Gobierno mexicano le ha dado la espalda y le ha asignado casi nulos recursos. Los investigadores suponen que lo encontrado es mucho más grande, al menos una decena de trampas y unos 40 mamuts más, aunque admiten que es probable que no lo sepan nunca.
El arqueólogo Luis Córdoba intenta hacer memoria: han encontrado muchas trampas para cazar en el mundo, y muchos huesos de mamuts, pero nunca antes se habían hallado trampas para estos paquidermos fabricadas por hombres, recuerda. Según él, los registros muestran que todas eran naturales o para animales más chicos, como peces o venados. “Es un hallazgo importante porque cambia la visión que se tenía de los cazadores, de quienes se pensaba que eran grupos pequeños que dependían demasiado de la naturaleza”, cuenta el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México junto a unos enormes colmillos. “Las trampas excavadas a propósito prueban una gran organización de los cazadores”, agrega mientras camina entre algunos restos óseos aún medio enterrados como si fuera una extensión de su propia casa.