Hasan Nasralah ha leído el desorden en el vecindario y ha dicho basta. El Líbano que lleva nueve días en las calles aguantaba ayer la respiración frente a los televisores para escuchar la alocución en directo del secretario general de Hizbulah. Y Nasralah, que en un principio se había mostrado comprensivo con las reivindicaciones iniciales contra la corrupción y la subida de impuestos, fue claro: “Las protestas han dejado de ser espontáneas” y existe el riesgo de “un vacío político” que podría llevar al Líbano “a la guerra civil”.
Dicho de otro modo, la formación chií, que es también la fuerza política libanesa más poderosa, se desmarca de las concentraciones y llama a los suyos a abandonarlas. Sus seguidores, que se habían unido a ellas en mayor número desde anteanoche para contrarrestar las críticas a líderes chiíes –lo que resultó en peleas–, le obedecieron al instante.