Poco a poco, Europa deja atrás el confinamiento. En Francia se ha levantando la cuarentena con desplazamientos autorizados en un radio de 100 kilómetros, aunque con los bares y restaurantes cerrados hasta junio la vida social se hace en forma de picnic en parques y jardines.
“Es diferente, pero no es complicado y al final te acostumbras a mantener las distancias. Estamos contentos de ver otra vez a los amigos” dice este joven francés.
“Con bares y restaurantes cerrados, los franceses buscan un plan B para verse. Unos se reúnen en las casas y otros se ven en los parques que han abiertos aquí en Lyon. Muchos vienen por la tarde a los muelles del Saona. Y casi nadie lleva mascarilla. Expresan su gran alivio tras dos meses de confinamiento, a pesar de que sigue habiendo muchas restricciones. Están prohibidas las reuniones de más de diez personas”, explica nuestro reportero Guillaume Petit.
“En Roma, aunque por un lado, a muchos les gusta ver la ciudad casi vacía, sin los habituales turistas que visitan la capital en esta época del año, por otro lado, esta libertad acaba saliendo cara y obliga a muchos italianos a hacer sacrificios”, matiza Giorgia Orlandi, corresponsal en Roma.
“Me siento más libre que antes, pero si la libertad significa deambular por las calles del centro y encontrarse despué en esta desolación no me parece tanta libertad”, dice este italiano.
“Me hago la siguente pregunta: En tiempos de guerra no se planteaban problemas como ir a la playa. En la guerra había bombardeos y la gente tenía otras prioridades. Nos hemos convertido en una sociedad que no quiere renunciar a nada, incluso en momentos de gran dificultad”, reflexiona este otro entrevistado en Roma.
“La gente mayor respeta las reglas, además, llevaban mascarillas cuando no eran obligatorias. Y ahora yo sigo viéndolo así. La juventud es la que yo veo que no es consciente realmente de lo que ha pasado aquí con esta pandemia y que tenemos todavía encima”, se teme esta señora entrevistada en Barcelona.
“Hay menos gente del vecindario. Nosotros venimos a pasear a la playa a horas diferentes. ¿Qué podemos hacer? Es un lugar público y tenemos que compartirlo”, comenta esta otra barcelonesa.
“Algunos tienen la esperanza de que con la reapertura de los centros deportivos, en la fase uno, en la que se puede hacer deporte al aire libre, hay menos gente haciendo deporte en estas zonas de la playa”, nos detalla Cristina Giner, corresponsal en Barcelona