Las autoridades chinas aseguran que durante los últimos dos años han conseguido mejorar la calidad del aire en ciudades como Pekín y presentan la torre de purificación del aire construida en la ciudad de Xian como un ejemplo de innovación en esta materia.
No obstante, el camino hacia la descontaminación no es fácil y algunos fenómenos atmosféricos complican la situación. Así, el índice de calidad del aire en Pekín se situó el miércoles 28 de marzo en niveles considerados peligrosos debido, principalmente, a una tormenta de arena procedente de Mongolia.
La suma de las partículas de arena en suspensión y la contaminación provocada por el tráfico y las industrias han reducido considerablemente la visibilidad en el centro de la capital. El número de personas con máscaras ha aumentado debido a las dificultades de respiración.
La concentración de partículas PM10 (de unas 10 micras de diámetro) alcanzó los 1.988 microgramos por metro cúbico, por lo que el servicio meteorológico de Pekín decidió emitir a primera hora del miércoles una alerta azul, la de menor gravedad.
También mantuvo la alerta naranja por el smog, la segunda más grave, ya que las partículas PM 2,5 en el aire (las más pequeñas y nocivas) se situaron cerca de los 200 microgramos por metro cúbico en el área urbana.
Las autoridades advirtieron de que la alerta se mantendrá durante toda la jornada en las regiones del norte del país, donde este tipo de tormentas son un fenómeno habitual cada primavera debido a la proximidad de desiertos como el de Gobi.
El Gobierno chino lleva años intentando luchar contra las tormentas de arena desértica en el norte del país, con masivos programas de reforestación, y aunque ello ha conseguido reducir el número de estos desastres naturales, aún se declaran varias cada primavera. JEC – Efe