Elizabeth Kilgore enfrenta un juicio por el asesinato de su ex esposo, Lance Kilgore. El medio que utilizó, según la acusación, es inusual: otra persona. Esta ex guardiacárcel habría convencido a su padre —un ex criminal que había iniciado una “gira de despedida” por sufrir una enfermedad terminal— de que matara a su ex y luego se suicidara.
Sin abogado y sin pago de fianza, la mujer de 35 años de Quincy, una localidad al sur de Kansas City, en Missouri, habría intentado que la escena pareciera un caso de homicidio-suicidio con arma de fuego. Eso es lo que registró la patrulla de caminos estatal cuando reportó, en septiembre, que Charles Sander, de 72 años, había matado a su ex yerno y luego había vuelto su arma contra sí mismo.
Pero pronto se supo que Lance Kilgore, también de 35 años, había acudido a la cita en el poblado vecino de Osceola creyendo que iba a buscar a su hijo de dos años, centro de la disputa por el divorcio de la pareja en 2017. Cuando llegó a la tienda Port, que operaba una gasolinera Shell, sin embargo, lo esperaban su ex suegro y su ex suegra. Poco después de los disparos Elizabeth Kilgore llegó con el niño, alegando que se le había hecho tarde.
Un testigo que intentó mediar entre los ex cónyuges dijo que encontró una foto de Lance Kilgore en un árbol de la casa donde vivía Elizabeth Kilgore, y que la mujer le dijo que “le hacía bien” dispararle a la imagen. Pero más contundente fue la información de la cárcel del condado de St. Clair, donde trabajaba la acusada, según la cual habría intentado contratar a dos detenidos para que mataran al padre de su hijo.
Los documentos de los tribunales registraron que Kilgore había sido despedida en agosto luego de hacerlo; ella sólo reconoció que había ingresado contrabando a las instalaciones para el detenido que la denunció y negó que le hubiera solicitado un homicidio.
Sin embargo, en una llamada grabada, se le escuchó decirle al segundo detenido que su padre se había ofrecido a “ocuparse de mi problema por mí”. Otro testigo dijo que el día anterior al asesinato llamó a la mujer para ofrecerle ayuda si quería escapar con su hijo, pero que ella lo rechazó diciéndole que la cuestión “ya se había resuelto”.
Sander, quien tenía un prontuario de varios arrestos por comercialización de drogas ilegales, se encontraba enfermo, aunque no se difundió de qué, y se dedicaba a visitar a distintos familiares y amigos para restaurar relaciones dañadas. Se quedó con su hija en casa de su ex mujer, donde la acusada vivía desde hacía un año, y con ella partió a la cita con Lance Kilgore.
La ex suegra de la víctima hablaba con él cuando Sander le disparó con un arma 9 milímetros, que su hija había denunciado como perdida la semana anterior, y luego se suicidó. Los disparos quedaron registrados en la cámara de seguridad del comercio.